Domingo 14 de Marzo
Viajamos en auto desde Rosario a Gualeguaychú. Un amigo, tenía intenciones de entrar en el mundo de la náutica, nada menos que con un Grand Jean.
Su padre, lo había hecho conocer el río Paraná en una lancha, en la que en ocasiones había manejado, siendo aún un niño.
Además de ocasionales salidas en mi velero o en embarcaciones de algunos otros amigos, no tenía mayor conocimiento de náutica, aunque sí interés por entrar en este mundo y cumplir el sueño que su padre dejó pendiente: tener un crucerito que le permita disfrutar el río, que cuente con reparo ante una tormenta y un lugar para cocinar, para dormir y para tocar la guitarra.
Mi amigo aún conserva la pala bichero de la lancha de su padre, y ésta hoy forma parte de los elementos de seguridad de su Grand Jean.
En el Club Nautico de Gualeguaychú, nos recibe el dueño del Grand Jean, un muchacho joven, que poco conocía del barco ya que su principal uso era en la amarra o una breve "vuelta al perro" alrededor de la islita frente al Club. La misma vuelta que dimos ese día probando el barco, timoneado por mi amigo.
No tengo experiencia en cruceros, pero sí tengo las mejores referencias del Grand Jean y por eso fue mi recomendación de barco para adquirir, descartando cuddys, lanchas cabinadas, motos de agua, etc... Y más bien apuntar a algo más clásico, seguro y placentero. Un velero había sido por supuesto mi primera recomendación, pero fue descartada por el tipo de uso al que apunta.
Para un novato, la eslora de un Grand Jean puede asustar, pero siendo embarcaciones de desplazamiento que no planean y de poca potencia, es fácil de gobernar, hablando en condiciones de río calmo por supuesto.
Jueves 1ro de Abril
Una traffic nos pasa a buscar por Rosario. La tripulación está compuesta por 6 personas: el flamante dueño del barco y Capitán, y 5 amigos. Dos de los tripulantes no tenían experiencia en travesías a bordo, mientras que los otros dos eran timoneles y habían navegado conmigo a Uruguay: uno en 2018 a Piriápolis, y el otro a Punta del Este en 2019/2020, ambas travesías en el Colibri 24, en "dobles".
Siendo una tripulación numerosa, que viajaban hacia Gualeguaychú para emprender la aventura de navegar más de 200 millas en un barco que no conocíamos, imaginarán la cantidad de bultos que llevábamos:
Comida y bebida para 6 personas por casi 3 días, bidones de combustible, conservadoras, elementos de seguridad nuevos, parrilla Cobb, briquetas, cañas de pesca y señuelos, reposeras y gran cantidad de herramientas y repuestos, sumado a los bolsos con ropa, bolsas de dormir, etc, de cada uno. Cargada la traffic con los 6 tripulantes más todos los bártulos, no quedaba lugar para nadie más, siendo una traffic para 15 pasajeros.
Una parada en una estación de Gualeguaychú para cargar gasoil en los bidones y llenar las conservadorers de hielo, y luego ya en el Club Nautico nos recibe el ex-dueño, con el barco "a son de la travesía".
Le habíamos encargado varias tareas, para evitarnos trabajo antes de zarpar: limpieza y llenado de tanque de agua, llenado de tanque de gasoil; baterías, correas y filtros nuevos; cambio de aceite, carga de gas, verificar luces de navegación, etc. Una vez estibado todo el barco, a las 18hs zarpamos.
Yo estaba a cargo de la navegación, había llevado mi tablet y GPS (con las cartas recientemente actualizadas gracias a la excelente predisposición de Jorge Aguilar), como así también estudiado los distintos derroteros; consumos y tiempos estimados, sin conocer el barco.
Tras algunos brindis y festejos, ya de noche y próximos a llegar al Río Uruguay, nos hacen seña con linterna desde una lancha. La Prefectura nos indica que debemos volver al destacamento para inspección.
Durante el control de los elementos de seguridad, nosotros estábamos seguro de tener todo al día, nos indican que nos van a labrar un acta por bengalas vencidas. Llegamos a pensar que en Rosario nos habían estafado en la compra de las bengalas, cuando finalmente aparecen "las nuevas", con vencimiento 2024.
Debí intercambiar algunas palabras con el prefecto ya que nos acusaba no haber realizado el Despacho, porque aunque no fuéramos a cruzar la frontera, íbamos a navegar por el Río Uruguay. Pedí disculpas por el desconocimiento de ello, pero justificandome que cuando uno zarpa de San Fernando para navegar el Río de La Plata, con sólo el ROL en el club es suficiente, y eso fue lo que habíamos hecho en el Club. Todo en buenos términos, muy atentos los prefectos, nos dejaron continuar, recomendándonos no salirnos del canal boyado cuando naveguemos el Uruguay.
Ya en el río Uruguay se encienden las briquetas para cocinar una colita de cuadril. La noche fue muy tranquila, navegábamos a buena velocidad aguas abajo, entre 6 y 7 nudos a 2000 rpm. Eso sí, muy atentos ya que muchas boyas estaban apagadas y/o fuera de la posición según las cartas.
Cerca de las 2.30 AM, frente a La Concordia (UY), viento del Este genera algunas olas en el río, lo que hace rolar al barco, generando una navegación ya no tan plancetera. Timoneaba el flamante Capitán, yo iba haciendo la navegación, y el resto de la tripu dormía. En eso se vuela una de las colchonetas de cubierta por lo que tomo el timón y realizamos maniobra de hombre al agua y rescatamos, las dos colchonetas, ya que en la maniobra se voló la segunda.
Finalizada la maniobra, se habían despertado otros dos tripus, que relevan al Capitán, por lo que seguimos navegando los 3 (yo quería estar despierto toda la noche).
Desde que se comenzó a planificar la travesía, se había analizado la posibilidad de pasar por Villa Paranacito, ingresando por el Arroyo Martinez. Esta idea volvió a ser traída a la mesa en ese momento, ya que en el Río Uruguay rolábamos mucho y allí estaríamos más reparados, sin embargo mi recomendación fue descartarlo, siendo de noche, en un río con olas y estando el ingreso al arroyo en sotavento. Además, habíamos sido advertidos que si no hay agua suficiente no es fácil el ingreso.
Para las 6 AM ya estábamos frente a Nueva Palmira, y veníamos haciendo un consumo de unos 4,5 L/h, el cual coincidía con lo estimado. Minutos después ingresamos al Paraná Guazú, ya con claridad, menos vientos y olas, por lo que me voy a dormir algunas horas.
Linda mañana a bordo, algunos intentaron pescar con señuelo, sin éxito. Remontábamos a 4.5 nudos y era mucha velocidad para hacer "trolling".
Descubrimos que el duchador de popa del barco andaba. El ex-dueño no sabía si funcionaba, nunca lo había usado, por lo que nos dimos una ducha en la planchada de popa. También descubrimos que la heladera funcionaba, a 12V. Según el ex-dueño, era una heladera a gas (anulado) o 220V, pero no a 12V. Al cabo de unas horas ya estaba enfriando.
A las 13hs tomamos amarra en la estación de Servicio del Club de Isla, única recalada estipulada, en el KM 181 del Paraná Guazú. Uno de los tripus y yo conocíamos el lugar: habíamos recalado allí, en mi segunda travesía a Piriápolis, en el Colibri 24.
En esta ocasión, la maniobra de atraque, la realizó el capitán, siguiendo mis indicaciones para realizarla de manera segura, controlando la estropada, abatimiento del viento, etc.
Tras cargar dos bidones de gasoil y algunas bolsas de hielo, zarpamos rumbo a Zarate.
Durante los preparativos, se había conversado la posibilidad de remontar por el Ibicuy. Sin embargo, siendo muchas millas, en las que seguro hay que navegar de noche, por zonas sin demasiado movimiento, en la que ninguno de nosotros navegó, y con un barco que no conocíamos, mi recomendación también fue descartarla. Yo debería ser quién más interés tendría en ir por allí, ya había remontando por Zaráte, Baradero, etc, varias veces.
Minutos antes de ingresar al Canal Irigoyen, uno de los chicos avisá que hay agua en el piso de la cocina. Al levantar el piso del motor, vemos que salpica agua para todos lados, como en círculos que salen desde el motor. Nos quedamos todos perplejos. Qué pasaba? No entendíamos.
Lo primero que pensé fue que perdimos el eje y entraba agua por allí, pero enseguida noté que teníamos empuje de la hélice. Aminoramos marcha, y comenzamos a achicar con la bomba. Nos damos cuenta que el agua es salpicada por el acople del eje y la transmisión, que quedó sumergido, pero no hay ningún problema mecánico a simple vista.
Embicamos la proa en una playita que hay justo en la boca del Canal Irigoyen, costa Oeste. No lográbamos encontrar la entrada de agua, pero habiendo apagado las dos bombas del barco (potable y de río) y ajustando algunas abrazaderas, ya no parecía entrar más agua.
Retomamos rumbo a Zárate, revisando la sentina cada media hora. Algún rato después, uno de los chicos se dio cuenta que la manguera del duchador de popa se había roto, y estándo la bomba de agua encendida, había estado inundando la sentina del barco.Seguramente, al hacer tanto tiempo que no se usaba el duchador, la manguera se había resecado, y cuando la guardamos se estranguló y cortó. La buena noticia fue que estaba resuelto el ingreso de agua.
Remontamos el Paraná de Las Palmas y pasamos por Atucha ya casi sin luz, siendo Viernes 2 de Abril.Navegamos por el Río Baradero, una hermosa luna asoma en el horizonte. Timoneo yo. En la cabina, se preparan para cocinar un estofado para los fideos.
La visibilidad era poca, navegaba bien por el centro del río, ayudado por la carta del GPS.
Impactamos violentamente. Pasamos de 6 nudos a 0 en un segundo. No entiendo qué pasa, estábamos lejos de la costa.
Era un tronco, clavado en el fondo, afloraba unos 20cms. Aún de día hubiese sido difícil de ver. Desde el púlpito de proa, inspeccionan la roda con una linterna y no parece ser nada más que un rayón en el pintura.Cenamos, y tras pasar la ciudad de Baradero, me voy a dormir, no sin antes decirle al tripu a cargo que me avise si tiene dudas para ingresar al riacho San Pedro.
No pude dormir mucho. Primero, sentí que algo golpeaba el casco por lo que salgo a cubierta: habían esquivado un tronco pero alguna rama o algo así se había enganchado en la hélice. Por suerte, a los pocos segundos zafó y seguimos navegando bien. Intento dormir nuevamente, y al rato nuevamente golpes en el casco.
Esta vez, llevábamos arrastrando el ancla. No sabemos por qué. Se habrá accionado sin querer la tecla del cabrestante? Se habrá enganchado con las ramas y fue cediendo? Como sea, la recogimos con el cabrestante y la hice firme a una cornamusa con un cabo. Por las dudas...
Intenté dormir un poco más pero me había desvelado. Quedo a cargo del timón, ya ingresando al Río Paraná.Noche cerrada, viento de popa y bastantes buques. Hacemos la Vuelta de Obligado, siempre por la margen occidental, nos mantenemos en esa costa.
En la bifurcación del canal del KM 315, seguimos por la costa occidental, mientras amanece el Sábado 3 de Abril. Hacía bastante frío, el viento sur entraba por la popa del barco. Uno de los chicos me prepara un café y unas barritas de chocolate.
Sábado 7.AM.
Ya estamos en Ramallo, navegamos cerca de la costa, con unos 3 o 4 metros de profundidad, miramos las playas y veo los barcos amarrados en el Club Náutico. Segundos después, le digo a mi amigo: "creo que perdimos la hélice, nos quedamos sin empuje".
Levantamos el piso, el eje no giraba. Apago el motor, tiro el ancla, despertamos al resto.
Hermosa mañana, soleada y fresca, estamos exactamente enfrente a la caleta del Club, a 20 metros de la costa, por lo que le gritamos a unas personas que pescaban, si pueden mandar alguien que nos remolque al club. Mientras tanto, uno de los chicos, muy experimentado con mecánica, hace las pruebas pertinentes, y nos dice que el problema es grave, está en la transmisión.
Comenzamos a proponer ideas y alternativas, hacemos llamadas, consultamos en grupos de Whatsapp etc. En eso llega un bote de Prefectura y nos remolca los 20 metros hasta las marinas del club. Logramos llamar a un mecánico que vendrá en unos 30 minutos. Calentamos agua para unos mates, desayunamos, y comenzamos a sacar la transmisión, colgando el motor de un fierro que uno de los chicos encontró por el club. Seguro ganaríamos algo de tiempo. De ser posible, queríamos identificar el problema antes del mediodía que cerrarían las casas de repuestos.
Llega el mecánico justo cuando estamos terminando de sacar la transmisión. El prisionero que acopla el eje del cigüeñal a la directa se había cortado. Se lleva la transmisión a su taller para revisarla y avisarnos qué podría hacer.
Al cabo de un rato nos llama. Lo puede arreglar, pero recién el Lunes o Martes, ya que requiere quitar juego, torneando las piezas. Le decimos que vuelva con la transmisión mientras decidimos qué hacer. Las alternativas eran, por supuesto la más obvia, dejar el barco y volver a Rosario en algún colectivo (estábamos a unos 100 Km por tierra). Luego completaríamos la travesía cuando el barco esté reparado.
Otra opción era que un auxilio nos remolque, pero tenía un costo de $40.000. También evaluamos conseguir algún fuera de borda prestado; el barco tenía un skipper para colgar en el espejo, con los agujeros ya hechos. Pero aún faltaban más de 50 millas, se iba a exigir mucho al fuera de borda, sin contar la logística complicada de conseguir muchos litros de nafta y aceite.
La buena energía y el espíritu aventurero seguía presente, por lo que decidimos arriesgarnos: se armó la transmisión reemplazando el prisionero por un tornillo nuevo, generosamente conseguido por el propietario de un barco que amarraba al lado nuestro.
Además, se intentó quitar el juego del eje ovalado con una lata de cerveza enrollada en el mismo.
Mientras se armaba la transmisión, ya hacía calor, uno de los chicos se va a refrescar y surge nuevamente un comentario que antes se había omitido: habrá un cabo o algo enredado en la hélice?
Se tira al agua y efectivamente así era.
Conclusión de la rotura: el acople metálico tenía juego, probablemente por vibraciones y era algo que estaría así de hace tiempo. Eso hizo debilitar al único prisionero. Cuando la hélice enganchó un cabo, terminó por romperse y nos quedamos sin empuje.
Se armó nuevamente la transmisión, se descolgó el motor y estibamos las herramientas. A las 14hs, enfilamos la boca de la caleta empujando el barco a mano. Se dió arranque al motor ya estándo "en cambio", para evitar menos esfuerzo en el prisionero. El barco comenzó a moverse. Todos festejamos.
El resto de la travesía, hasta Rosario, lo haríamos navegando a unos 3.5/ 4 nudos, no más. Navegaríamos separados de la costa, con buen margen de seguridad ante varaduras, y también sin cruzar el canal comercial ni agarrar ningún corte como el Tonelero, Yaguarón, etc. Preferimos ir más lentos pero evitando cualquier otro nuevo inconveniente.
A las 6 AM del Domingo, tomamos amaras en el Club de Rosario, tras navegar 230 millas en un total de 60 hs, incluyendo las paradas y arreglos!
Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
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Re: Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
Como siempre muy bueno tu relato Gaston, linda travesía.
Re: Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
Gastonis, gracias , otro gran relato
Re: Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
excelente relato. gracias por compartirlo.
Re: Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
Me alegra que hayan podido sortear los contratiempos y que llegaran a destino con alguna linda anecdota para contar.
Y lo mas importante mucha gente estaba pendiente de vuestra derrota, para turar un cabo de ser necesario que por suerte no hizo falta.
Ebro
Y lo mas importante mucha gente estaba pendiente de vuestra derrota, para turar un cabo de ser necesario que por suerte no hizo falta.
Ebro
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Re: Travesía Gualeguaychú-Rosario en un Grand Jean
muy buena, la fuí siguiendo en tu instagram.
el grand jean es un hermoso crucerito, siempre me gustó
el grand jean es un hermoso crucerito, siempre me gustó