SOLUCIONES PARA TODO

Definido el problema, encontrar soluciones es sencillo, aunque llevarlas a cabo pueda llegar a ser realmente laborioso. En cualquier caso, lo que sí es seguro es que el barco estará fuera del agua cierto tiempo. A partir de ahí empieza todo un proceso cuya complejidad dependerá del grado de humedad que presente el casco.


Gel-coat homogéneo, en buen estado y bajo de humedad

Gel-coat picado, con imperfecciones, sinónimo de problemas que confirma el medidor: 20% de humedad en el casco.

Podemos aprovechar el invierno para sacar el barco del agua -algunos varaderos ofrecen mejores precios en esta época del año- y renovar el antifoulding. Al lavarlo veremos si aparecen las temidas ampollas. Si al reventarlas desprenden un olor ácido, ya tenemos la certeza de que el casco está afectado en mayor o menor medida. Debemos eliminar todo el antifoulding y dejar el gel-coat a la vista. Una serie de comprobaciones periódicas nos permitirán valorar la evolución del grado de humedad en nuestro casco. Estos datos serán los que realmente decidirán el proceso a seguir.

Un casco relativamente seco, con un gelcoat en buen estado, sólo requerirá la aplicación de una buena barrera realmente impermeable, que actuará además como imprimación del antifouling deseado... y al agua otra vez. Esto no ocurre solamente en cascos viejos. También hemos visto en barcos nuevos infinidad de cráteres e imperfecciones que precisan la aplicación de una buena barrera y posterior masillado para dejar el casco en óptimas condiciones. Esas imperfecciones provienen de las lacas, ceras y desmoldeadores utilizados, e incluso del propio proceso de fabricación: al aplicar la resina a pistola es fácil que se atrapen impurezas que quedarán aplicadas al molde del casco dejando su huella sobre el mismo al desmoldearlo.

Pero como se trate de un casco cargado de humedad, con ampollas generalizadas, la solución deberá ser más drástica: eliminar todo el gel-coat, sanear una a una -¡tal corno lo lee!- todas las ampollas, sacando incluso las tomas de agua para sanear y proteger los bordes de cada uno de los orificios del casco. A partir de ahí, limpieza, lavados periódicos con agua dulce a presión para eliminar todo tipo de restos y tiempo de secado.

Desbarbado- cepillado. Sistema adecuado cuando directamente se va a proceder a un tratamiento a fondo: estratificado a la vista. Cuanto más meticulosamente realicemos esta fase, más posibilidades tendremos de éxito en las posteriores.

Conviene recordar que las sentinas pueden actuar es ese momento como embalses y recoger toda el agua de condensación que se produzca durante el secado, con lo cual debemos tratarlas con el mismo rigor que aplicamos en el exterior. Podemos utilizar deshumidificadores para forzar el secado, pero es conveniente entonces ser más estrictos con el control del nivel de humedad relativa en el interior para evitar condensaciones y la aparición de agua en la sentina.

Sólo una vez el casco seco, limpio y curado, podemos iniciar el tratamiento de restauración. Todas las firmas consultadas utilizan un mismo material como base de tratamiento: las resinas epoxídicas sin disolventes (para evitar problemas derivados de su evaporación) con diferente formulación según sus sistemas de aplicación, diversos aditivos y unos gruesos que oscilan entre las 300 y las 1.000 micras para garantizar el éxito en el tratamiento.

Veamos qué recomienda en concreto cada uno de los fabricantes consultados.