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Fuente: Revista YATE Julio 1996 Nº 358
Por Albert Puerto Cuando aún no existían las grúas, el hombre utilizaba la pluma para levantar pesos. Consistía este ingenio en un palo vertical sujeto por cuerdas y dotado con un arraigo en su parte más alta, donde trabajaba una polea o un aparejo. Aunque tres vientos eran suficientes para mantener la verticalidad, el uso de cuatro cables incrementaba la seguridad del invento. Este sencillo sistema, con sus lógicas modificaciones, fue el que se utilizó para mantener en su lugar los primeros palos de los barcos. En los albores de la navegación, la arboladura descansaba sobre el fondo del barco, reforzada gracias al paso por la fogonadura de cubierta, lo que sumado a la poca flexibilidad de la madera, mantenía el palo en la posición deseada.
Los palos actuales distan mucho parecerse a aquellas primitivas estacas, aunque el principio sea el mismo Una larga verga sujeta por cuatro simples cables, dos en sentido longitudinal y otros dos en transversal. El tubo sufre distintas tensiones. Un de ellas es la compresión, no sólo por su propio peso, sino también por la resultante de la jarcia que lo aguanta Otra es la flexión, ya sea longitudinal a lo largo de todo el perfil, o transversal en los tramos entre crucetas o en su parte superior si el aparejo es fraccionado. Finalmente, a lo largo del tubo se produce la torsión, muy importante en el caso de fraccionados con burda. Localmente, hay compresiones transversales repartidas por el perfil en las bases de las crucetas, pinzote de botavara y herraje del tangón o del jockey-pool y también fuerzas de cizalladura en los arraigos de la jarcia o en el paso por la fogonadura. Todo un mundillo de obenques, estays, crucetas y violines se reparten por el palo para neutralizar estas componentes con el fin de mantener el palo en la posición más correcta posible.
Resulta necesario comprender todo este acastillaje para poder trimar correctamente cada palo. Si a esto le sumamos la necesaria búsqueda de la ligereza y de la simplicidad, junto con la necesidad de perfiles finos que minimicen las turbulencias del viento sobre la vela mayor, y la posibilidad de adaptar la forma del palo a las velas en las distintas condiciones de viento y de mar, aterrizaremos en el complejo mundo de la geometría de las arboladuras. |