Fuente: Revista YATE Julio 1995 Nº 346

Aunque parezca indestructible, el estratificado de poliéster y fibra de vidrio no es eterno: los barcos construidos en este material presentan, tras años de uso, síntomas de envejecimiento. Algunos son irrelevantes, otros revisten gravedad.

Por: Carlos Serra

 

La mayoría de barcos que con más de diez años de edad pueblan muchas de las marinas están igual o mejor que cuando fueron botados. Y sin embargo, el laminado que ha reposado en el agua y ha trabajado tiene forzosamente que haber perdido algunas de sus cualidades estructurales. Lo más visible es la pérdida de brillo y las rayaduras del gelcoat. Son irremediables, pero no implican deterioro grave: sólo cosmético. Atentos, sin embargo, porque los defectos verdaderos, como son la deslaminación y la presencia de grietas profundas en el estratificado, son mucho más difíciles de descubrir. Será en la unión con los herrajes y apéndices, en los refuerzos y en las aberturas de escotillas, donde más afectarán esos problemas.

Un refuerzo de cadenote laminado al casco: al ser metálico, no hay peligro de que ceda su anclaje y permita movimiento a la cubierta. En caso de no estar bien calculado, no serían los años los que lo denunciaran: bastaría que el barco navegase un día con viento fuerte y mar para que se moviese.