Mensaje
por René Sauzet » Sab Dic 01, 2018 2:07 am
En la bodeguita del velero siempre tuve buena reserva de Malbec, algún blanco, Whisky, Fernet Branca, Gancia, Drambuie y alguna otra bebida que no recuerdo y que podría ser Coñac. Tanto el whisky como el Drambuie solían bajarse repentinamente como por arte de magia cuando venía un amigo y se quedaba en la cabina disfrutando del sonido del agua contra el casco, según decía mientras estaba tirado en la cucheta. Hubo una época, antes de estar en UNEN, que dejábamos en la estela los envases vacios de malbec para marcarles la ruta a los amigos que nos seguían. Esa costumbre la abandoné por insistencia de mis amigos que decían que dejar envases flotando era "ensuciar" el río. A partir de esa advertencia me acostumbré a romper los envases con la manija del molinete y regarlos por el río para que se conviertan en "joyas" del futuro, bien pulidas por el río.
Ojo: también en la heladera siempre había Terma, Paso de los Toros, cerveza y hasta algún sifón.
Era impensable las botellas que llegaban a bajarse cuando venía un amigo con su canastita de "caperucita" cargada de fiambre, salamines, quesos, latas de mejillones, berenjenas, empanadas, etc.etc. como para aguantar un largo borde donde la tripulación de "desalmados" desperdiciando la belleza del día, del viento y del Sol se arrojaban sobre las vituallas sin importarles el rumbo.
También en esas navegaciones soliamos poner una colita de cuadril o vacio dentro de la Essen, a fuego lento con solamente una hojita de laurel y disfrutarlo y/o también unos canelones riquísimos que hacíamos al horno y que comprábamos camino al club en la fábrica de pastas (Bianca Pastas) en Perón y Martín Rodríguez, la que les recomiendo.