Travesía a Martín García
Publicado: Vie Ago 20, 2021 10:34 am
Travesía a Martín García.
Zarpamos desde San Fernando el Sábado 14 de Agosto a las 08:00 hs a bordo del Peterson 34. Sería la primer travesía en este barco. La tripulación: mi novia y yo.
Si bien ella rema en kayak desde hace tiempo, está aprendiendo a navegar a vela conmigo. Ya habíamos hecho algunas travesías en el Paraná con el Colibrí 24, pero está sería su primer travesía por el Río de La Plata.
Cargamos gasoil en la estación de servicio más cercana y pusimos proa al Canal Costanero.
Soplaba una suave brisa del ESE, intentamos navegar a vela con mayor y genoa pero avanzábamos lento y no en el mejor rumbo por lo que fuimos casi todo el tiempo apoyados por el motor.
Cruzamos el canal Mitre y viramos la boya UNEN B con rumbo Norte, siguiendo el derrotero recomendado por Jorge Aguilar.
En esta pierna tampoco teníamos buena velocidad. El suave viento nos quedaba de aleta, por lo que el motor sólo lo apagábamos de a ratos cortos, para comer o disfrutar algunos minutos la navegación a vela por el río de la plata, sin el ruido del motor.
Llegamos a los Pozos del Barca Grande y para las 18:00 hs ya estábamos próximos al riacho que queda entre Isla Solís e Isla Sofia, donde pensábamos hacer noche.
No pudimos ingresar al riacho, a pesar de haber buscado alguna canaleta que creíamos que habría, por lo que fondeamos a la altura del pilote 17 sobre la margen oriental, ya que a la noche iba a soplar algo del Este.
Planificando el viaje sabíamos que iba a ser difícil o imposible descender a Martín García sin una embarcación auxiliar, así que había pedido prestado un bote a remo inflable de unos 4 metros. Después de fondear para pasar la noche previa a ir a la isla, inflamos el bote mientras mirábamos como se ponía el sol.
Antes de cenar activé la aplicación Sail Safe (Android) la cual dispara una alarma en caso de que el barco salga del radio delimitado. La versión gratuita incluso realiza una llamada a otro teléfono, en caso de alarma. Esa función la iba a usar cuando descendiéramos a Martín García, para quedarnos tranquilos durante la estadía en la isla.
Nos despertamos a las 08:00 hs con una niebla muy espesa. Guiados principalmente por el GPS, ya que no se veía ninguna de las dos costas, navegamos el canal Lancha Petrel. Bajamos por el Canal del Infierno y raspamos el fondo aún siguiendo la ruta recomendada. Es evidente que los bancos se mueven constantemente.
Para las 10:00 hs fondeábamos a 450 metros de la isla, lo máximo que nos pudimos acercar teniendo un margen de seguridad con respecto al fondo.
No había rastros de la isla, solo veíamos a dos veleros fondeados cerca nuestro. Alrededor era todo niebla. La isla no aparecía.
El capitán de uno de esos veleros muy amablemente nos ofreció bajarnos al mediodía en su auxiliar con motor, alertándonos que la correntada era fuerte.
A las 11:00 hs cundo la niebla ya se disipaba y pudimos ver la isla, decidimos bajar por nuestros medios e intentar llegar a la costa remando, no sin antes avisarle nuestra maniobra al barco vecino y agradecerle su ayuda. Queríamos mantener el espíritu de aventura.
Llevábamos el handy por si a caso y un cabo flotante atado al barco, de manera que si la correntada era muy fuerte y nos ganaba, podríamos volver al barco.
Pudimos remar sin problemas y en pocos minutos estábamos tomando amarra en el muelle de la isla. Nos recibió Prefectura, hicimos los trámites pertinentes y nos dirigimos al CANE donde alquilaríamos unas bicicletas.
Recorrimos toda la isla, almorzamos en el comedor Solis y antes de volver al barco conversamos un rato con Héctor, un kayakista que se radicó allí hace varios años, y quien nos alquiló las bicis y nos contó un poco sobre la vida en la isla.
Además de tener activada la aplicación Sail Safe en un celular que quedó a bordo del barco, y que me llamaría en caso de garreo, también había dejado ese mismo celular transmitiendo la ubicación en tiempo real por Whatsapp. Por más de que no se disparase la alarma, podía ver la ubicación del barco en todo momento.
Durante el mediodía se había disipado la niebla e incluso mientras recorríamos la isla en bici, en algunas esquinas podíamos divisar el barco a lo lejos.
En lo que duró la charla con Héctor todo volvió a cubrirse de niebla y cuando llegamos al muelle no había rastros del velero, aunque Whatsapp me decía que seguía estando allí, para mí tranquilidad.
Una opción era remar a ciegas usando el celular como guía hacia el barco, pero nos pareció más precavido consultar a Prefectura si podían acercarnos en su embarcación. Se negaron, y tampoco nos permitieron zarpar.
Finalmente conseguimos que una lancha nos lleve hasta el barco remolcando el bote. Era de un isleño que volvía a Tigre, guiado por GPS. Recién vimos el barco cuando estuvimos a menos de 50 metros. Ya a bordo, dimos aviso L5P de que habíamos embarcado sin novedades y zarpamos con rumbo al canal Lancha Petrel siguiendo el track por el cual habíamos venido. Pudimos remontar con genoa, rodeados de niebla que seguía presente aún siendo las 17:30hs.
Hicimos noche en el Canal Lancha Petrel, ya que se esperaba que el viento SE que teníamos bornee al Norte.
La noche no fue de lo más relajada. La alarmá del Sail Safe sonó un par de veces, primero cuando el barco borneó 180° por la correntada y luego por quedarse sin señal GPS. Luego incremente el radio de fondeo y el tiempo de espera hasta la reconexión GPS, para evitar más falsas alarmas.
También el barco quedó popa al viento (se ve que la correntada que subía era fuerte), por lo que las pequeñas olas golpeaban la popa haciendo bastante ruido a bordo. Más allá de eso, no hubo ningún problema.
Desvelado, zarpé a las 7:15 hs navegando de popa con genoa. Mi novia seguía durmiendo. Al rato me animé a izar la mayor del 34 pies "en solitario", por primera vez.
Desayunamos juntos, soplaban 5 nudos de popa y pensamos en poner el spi, sería la primera vez, al menos para verlo izado unos minutos. Sin prisa, por no conocer la maniobra, preparamos el tangón, amantillo, contra y driza...
Antes de izarlo, empezó a soplar un poco más. Estábamos a la altura del Pilote 7. El plan era ir hacia el Paraná de Las Palmas, por lo tanto abortamos izarlo ya que nos acercábamos a zonas de poca agua, con el viento intensificandose y yéndo al través. Nos quedamos con las ganas.
Remontamos el Paraná de Las Palmas hasta el canal Arias. Todo con mayor y genoa, navegando de ceñida, tirando sólo dos bordes.
Tuvimos algunas escoradas importantes pero no afectó al pollo que se estaba cocinando en la Magma. Llegando al Arias, arriamos mayor y prendimos motor.
Bajamos por el Arias a vela, con viento de popa yendo sólo con genoa, mientras almorzábamos. El motor estaba en marcha en punto muerto, cargando baterías y listo para ser usado en caso de necesidad.
Una vez en el Luján buscamos algún lugar para hacer noche.
En el Canal Villanueva nos abarloamos a un barco allí amarrado. Su dueño estaba a bordo y no tuvo objeción que lo hiciéramos al pedirle permiso para pasar la noche e irnos por la mañana.
Ese recorrido que hicimos alargando varias millas tenía una explicación.
Al día siguiente pasarían por allí un grupo de unos 40 kayakistas, entre ellos un amigo, que venían remando desde Rosario con destino a Tigre. La travesía la estaban haciendo en reclamo por la Ley de Humedales.
Tuvimos que esperar que suba la marea para poder salir del canal pero luego pudimos navegar en conserva con ellos por el Luján hasta Tigre, donde fueron recibidos.
Nosotros seguimos hasta el club, completando la travesía.
Más allá que la travesía fue un éxito y salió todo según lo planificado, por momentos sentía un ruido raro en el motor, un golpeteo. Por lo que evitábamos usarlo lo menos posible y cuando era necesario, lo hacíamos a bajas RPM..
Eso explica por qué bajamos el Arias a vela (y por suerte no tuve que dar explicaciones a Prefectura).
Después de varias pruebas que fui haciendo, y descartando opciones, como revisar aceite de caja (nuevo para mí, pero sirvió para seguir conociendo el barco), sospechaba de la pata de gallo. Recordaba que cuando levante el barco para comprarlo, la vi con un refuerzo y soldaduras no muy robustas.
En el Canal Villanueva, aprovechando el sol del mediodía, mientras esperábamos a los Kayaks y que suba la marea, tomé coraje y bajé, cuchillo en mano como seguridad, y comprobé que mí diagnóstico era correcto. Luego unos mates recuperaron la temperatura corporal.
De todas las opciones que pasaron por mí cabeza, más aún recordando cuando hace unos meses se rompió la caja de un GrandJean llevandolo a Rosario, creo que la saqué bastante barata!
Aún así, sigo súper contento con el barco y espero en breve poder tenerlo reparado para seguir sumando millas!
Zarpamos desde San Fernando el Sábado 14 de Agosto a las 08:00 hs a bordo del Peterson 34. Sería la primer travesía en este barco. La tripulación: mi novia y yo.
Si bien ella rema en kayak desde hace tiempo, está aprendiendo a navegar a vela conmigo. Ya habíamos hecho algunas travesías en el Paraná con el Colibrí 24, pero está sería su primer travesía por el Río de La Plata.
Cargamos gasoil en la estación de servicio más cercana y pusimos proa al Canal Costanero.
Soplaba una suave brisa del ESE, intentamos navegar a vela con mayor y genoa pero avanzábamos lento y no en el mejor rumbo por lo que fuimos casi todo el tiempo apoyados por el motor.
Cruzamos el canal Mitre y viramos la boya UNEN B con rumbo Norte, siguiendo el derrotero recomendado por Jorge Aguilar.
En esta pierna tampoco teníamos buena velocidad. El suave viento nos quedaba de aleta, por lo que el motor sólo lo apagábamos de a ratos cortos, para comer o disfrutar algunos minutos la navegación a vela por el río de la plata, sin el ruido del motor.
Llegamos a los Pozos del Barca Grande y para las 18:00 hs ya estábamos próximos al riacho que queda entre Isla Solís e Isla Sofia, donde pensábamos hacer noche.
No pudimos ingresar al riacho, a pesar de haber buscado alguna canaleta que creíamos que habría, por lo que fondeamos a la altura del pilote 17 sobre la margen oriental, ya que a la noche iba a soplar algo del Este.
Planificando el viaje sabíamos que iba a ser difícil o imposible descender a Martín García sin una embarcación auxiliar, así que había pedido prestado un bote a remo inflable de unos 4 metros. Después de fondear para pasar la noche previa a ir a la isla, inflamos el bote mientras mirábamos como se ponía el sol.
Antes de cenar activé la aplicación Sail Safe (Android) la cual dispara una alarma en caso de que el barco salga del radio delimitado. La versión gratuita incluso realiza una llamada a otro teléfono, en caso de alarma. Esa función la iba a usar cuando descendiéramos a Martín García, para quedarnos tranquilos durante la estadía en la isla.
Nos despertamos a las 08:00 hs con una niebla muy espesa. Guiados principalmente por el GPS, ya que no se veía ninguna de las dos costas, navegamos el canal Lancha Petrel. Bajamos por el Canal del Infierno y raspamos el fondo aún siguiendo la ruta recomendada. Es evidente que los bancos se mueven constantemente.
Para las 10:00 hs fondeábamos a 450 metros de la isla, lo máximo que nos pudimos acercar teniendo un margen de seguridad con respecto al fondo.
No había rastros de la isla, solo veíamos a dos veleros fondeados cerca nuestro. Alrededor era todo niebla. La isla no aparecía.
El capitán de uno de esos veleros muy amablemente nos ofreció bajarnos al mediodía en su auxiliar con motor, alertándonos que la correntada era fuerte.
A las 11:00 hs cundo la niebla ya se disipaba y pudimos ver la isla, decidimos bajar por nuestros medios e intentar llegar a la costa remando, no sin antes avisarle nuestra maniobra al barco vecino y agradecerle su ayuda. Queríamos mantener el espíritu de aventura.
Llevábamos el handy por si a caso y un cabo flotante atado al barco, de manera que si la correntada era muy fuerte y nos ganaba, podríamos volver al barco.
Pudimos remar sin problemas y en pocos minutos estábamos tomando amarra en el muelle de la isla. Nos recibió Prefectura, hicimos los trámites pertinentes y nos dirigimos al CANE donde alquilaríamos unas bicicletas.
Recorrimos toda la isla, almorzamos en el comedor Solis y antes de volver al barco conversamos un rato con Héctor, un kayakista que se radicó allí hace varios años, y quien nos alquiló las bicis y nos contó un poco sobre la vida en la isla.
Además de tener activada la aplicación Sail Safe en un celular que quedó a bordo del barco, y que me llamaría en caso de garreo, también había dejado ese mismo celular transmitiendo la ubicación en tiempo real por Whatsapp. Por más de que no se disparase la alarma, podía ver la ubicación del barco en todo momento.
Durante el mediodía se había disipado la niebla e incluso mientras recorríamos la isla en bici, en algunas esquinas podíamos divisar el barco a lo lejos.
En lo que duró la charla con Héctor todo volvió a cubrirse de niebla y cuando llegamos al muelle no había rastros del velero, aunque Whatsapp me decía que seguía estando allí, para mí tranquilidad.
Una opción era remar a ciegas usando el celular como guía hacia el barco, pero nos pareció más precavido consultar a Prefectura si podían acercarnos en su embarcación. Se negaron, y tampoco nos permitieron zarpar.
Finalmente conseguimos que una lancha nos lleve hasta el barco remolcando el bote. Era de un isleño que volvía a Tigre, guiado por GPS. Recién vimos el barco cuando estuvimos a menos de 50 metros. Ya a bordo, dimos aviso L5P de que habíamos embarcado sin novedades y zarpamos con rumbo al canal Lancha Petrel siguiendo el track por el cual habíamos venido. Pudimos remontar con genoa, rodeados de niebla que seguía presente aún siendo las 17:30hs.
Hicimos noche en el Canal Lancha Petrel, ya que se esperaba que el viento SE que teníamos bornee al Norte.
La noche no fue de lo más relajada. La alarmá del Sail Safe sonó un par de veces, primero cuando el barco borneó 180° por la correntada y luego por quedarse sin señal GPS. Luego incremente el radio de fondeo y el tiempo de espera hasta la reconexión GPS, para evitar más falsas alarmas.
También el barco quedó popa al viento (se ve que la correntada que subía era fuerte), por lo que las pequeñas olas golpeaban la popa haciendo bastante ruido a bordo. Más allá de eso, no hubo ningún problema.
Desvelado, zarpé a las 7:15 hs navegando de popa con genoa. Mi novia seguía durmiendo. Al rato me animé a izar la mayor del 34 pies "en solitario", por primera vez.
Desayunamos juntos, soplaban 5 nudos de popa y pensamos en poner el spi, sería la primera vez, al menos para verlo izado unos minutos. Sin prisa, por no conocer la maniobra, preparamos el tangón, amantillo, contra y driza...
Antes de izarlo, empezó a soplar un poco más. Estábamos a la altura del Pilote 7. El plan era ir hacia el Paraná de Las Palmas, por lo tanto abortamos izarlo ya que nos acercábamos a zonas de poca agua, con el viento intensificandose y yéndo al través. Nos quedamos con las ganas.
Remontamos el Paraná de Las Palmas hasta el canal Arias. Todo con mayor y genoa, navegando de ceñida, tirando sólo dos bordes.
Tuvimos algunas escoradas importantes pero no afectó al pollo que se estaba cocinando en la Magma. Llegando al Arias, arriamos mayor y prendimos motor.
Bajamos por el Arias a vela, con viento de popa yendo sólo con genoa, mientras almorzábamos. El motor estaba en marcha en punto muerto, cargando baterías y listo para ser usado en caso de necesidad.
Una vez en el Luján buscamos algún lugar para hacer noche.
En el Canal Villanueva nos abarloamos a un barco allí amarrado. Su dueño estaba a bordo y no tuvo objeción que lo hiciéramos al pedirle permiso para pasar la noche e irnos por la mañana.
Ese recorrido que hicimos alargando varias millas tenía una explicación.
Al día siguiente pasarían por allí un grupo de unos 40 kayakistas, entre ellos un amigo, que venían remando desde Rosario con destino a Tigre. La travesía la estaban haciendo en reclamo por la Ley de Humedales.
Tuvimos que esperar que suba la marea para poder salir del canal pero luego pudimos navegar en conserva con ellos por el Luján hasta Tigre, donde fueron recibidos.
Nosotros seguimos hasta el club, completando la travesía.
Más allá que la travesía fue un éxito y salió todo según lo planificado, por momentos sentía un ruido raro en el motor, un golpeteo. Por lo que evitábamos usarlo lo menos posible y cuando era necesario, lo hacíamos a bajas RPM..
Eso explica por qué bajamos el Arias a vela (y por suerte no tuve que dar explicaciones a Prefectura).
Después de varias pruebas que fui haciendo, y descartando opciones, como revisar aceite de caja (nuevo para mí, pero sirvió para seguir conociendo el barco), sospechaba de la pata de gallo. Recordaba que cuando levante el barco para comprarlo, la vi con un refuerzo y soldaduras no muy robustas.
En el Canal Villanueva, aprovechando el sol del mediodía, mientras esperábamos a los Kayaks y que suba la marea, tomé coraje y bajé, cuchillo en mano como seguridad, y comprobé que mí diagnóstico era correcto. Luego unos mates recuperaron la temperatura corporal.
De todas las opciones que pasaron por mí cabeza, más aún recordando cuando hace unos meses se rompió la caja de un GrandJean llevandolo a Rosario, creo que la saqué bastante barata!
Aún así, sigo súper contento con el barco y espero en breve poder tenerlo reparado para seguir sumando millas!