Cambio de nombre

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Salva
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Cambio de nombre

Mensaje por Salva » Dom Sep 16, 2018 1:16 am

si se desea cambiar el nombre de un velero, cuál o cuáles son los rituales a hacer ?

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René Sauzet
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Re: Cambio de nombre

Mensaje por René Sauzet » Dom Sep 16, 2018 2:52 am

Te paso lo que en su momento escribió sobre el tema el fallecido amigo Bec.

El mito del cambio de nombre a un barco.

Por A. Becquer Casaballe

A muchos de los más célebres barcos de la historia se les ha cambiado el
nombre y no por ello su suerte se convirtió en desgracia.

El mito de que cambiarle el nombre a un bajel podría traer mala suerte está
muy extendido en la náutica deportiva pero, en las marinas de guerra y las
empresas navieras del todo el mundo es desestimado de forma absoluta y
ningún capitán que se precie de tal podría hacer una afirmación tan banal
como estúpida.

Barcos como el "Golden Hind" de Sir Francis Drake había sido bautizado en
grada como "Pelican" y con ese nombre navegó hasta cruzar el estrecho de
Magallanes. El no menos célebre HMS Bounty, del capitán Willian Bligh, se
llamaba "Bethia".

También nos podríamos sorprender que la não "Santa María", capitana de
Cristóbal Colón, había sido rebautizada por sus tripulantes con el nombre de
"La Gallega" y que otros la apodaban "La Galante" y que además la carabela
al modo de Andalucía "La Niña" se llamaba en realidad "Santa Clara".

El ketch "Dr. Bernardo Houssay", que pareciera estar descansando el sueño de
los justos después de haber navegado miles de millas y haberse comprobado a
bordo del mismo la teoría de la separación de los continentes, de tener algo
de veracidad aquella afirmación de que cambiarle el nombre trae mala suerte
se tendría que haber naufragado o incendiado por lo menos dos veces, ya que
su nombre original era "Atlantis", luego al ser adquirido por la Argentina
en la década del 60 pasó a llamarse "El Austral" y hace pocos años tomó su
actual nombre. ¡Padeció nada menos que dos cambios de nombre!

No mencionemos a los buques de la Armada, no solo de la marina de guerra de
Argentina, sino de cualquier país del mundo que, cuando son adquiridos de
segunda mano, se les cambia el nombre. Y esto ha sido desde los comienzos.

La no menos célebre fragata Hércules del teniente coronel de marina
Guillermo Brown había sido un barco norteamericano que por entonces navegaba
bajo pabellón ruso, desconociéndose su nombre original. "La Argentina", que
al mando de Hipólito Bouchard en su travesía de corso fue el primer barco de
bandera Argentina en dar la vuelta al mundo había sido el mercante "La
Consecuencia" y otro no menos célebre barco de nuestra historia, "La
Heroína", había sido el "Braak" de bandera francesa. Otro de los recordados
barcos de Brown, la fragata "25 de Mayo" había sido "El Comercio de Lima".
Todos recordarán su gloriosa acción en el Combate de Quilmes.

Luis Piedrabuena, de quien nadie puede dudar sobre sus dotes de marino y uno
de los grandes defensores de las tradiciones marineras, le cambió el nombre
a su goleta "Nancy" muchos años después de haberla botado, poniéndole
"Espora" en homenaje a ese otro gran marino argentino de las luchas de la
independencia. Fue justamente con los restos de la "Espora", tras el
naufragio, que construyó en Isla de los Estados el cuter Luisito,

El velero "Eagle" de la Guardia Costera de los EE.UU. no es otro que el
"Horst Wessel" alemán, tomado como botín de guerra en 1945.

La lista de grandes barcos cuyos nombres les ha sido cambiado sería
realmente interminable, desde los tiempos de Colón hasta nuestros días.

Sin embargo, la creencia estaba muy arraigada entre los marineros, personas
que eran muy ignorantes y cuyo nivel era el más bajo de la sociedad.

La tripulación del Bounty, por ejemplo, se negó a cambiarle el nombre cuando
el teniente Christian Fletcher se los propuso para evadir la encarnizada
persecución que les inició su comandante, el capitán William Bligh,
prefiriendo el riesgo de ser atrapados a desatar la ira de los dioses, cuyos
castigos temían como más horrendos que la horca que les esperaba por haberse
amotinados. Recordemos que la tripulación del Bounty, con el teniente
Fletcher a la cabeza, se amotinó en el Pacífico occidental luego que el
despótico y cruel capitán Bligh los sometiera a infortunios para conservar
el árbol del pan, en abril de 1789.

¿Por qué, entonces, muchos aún insisten en sostener semejante patraña, que
no tiene el más mínimo asidero, tanto desde la razón como de la historia?

Según parece -y sobre esto no habría pruebas concluyentes-, la creencia de
que cambiarle el nombre a un barco trae mala suerte fue difundida entre la
marinería por la Royal Navy a lo largo del siglo XVIII, cuando se hizo muy
incipiente la piratería.

De esa manera, a los buques ingleses les resultaba más fácil seguirle la
estela a los barcos capturados por los piratas ya que de puerto en puerto
iban dejando la memoria de su nombre y, con ello, el cerco podría irse
cerrando de manera inexorable.

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