Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Estimados co-foristas.
En el siguiente relato describo cómo fue mí experiencia durante la cuarentena a bordo de mi barco.
De más está decir que lo comparto con ustedes con la mejor de las intenciones. Entiendo que a más de uno, encerrado en su casa y lejos de su querido barco, pueda generarle sentimientos encontrados!
Tampoco espero que juzguen si mi actuar ante la pandemia fue correcto o no, más allá de lo legal.
Espero que lo disfruten, tanto como los relatos ya compartidos de mis travesías.
Lunes 16 de Marzo
Me encuentro trabajando bajo modalidad Homeoffice. La carga de trabajo es muy poca. En mi club, permiten salir a navegar, sólo con un acompañante.
Por la tarde salgo a navegar en solitario. Al regresar al club, con pronóstico de lluvia para el día siguiente, decido dormir en el barco.
A la mañana, mientras desayuno, amarrado en el club y trabajando Homeoffice, nos informan que ya no se puede navegar y solo permiten el ingreso durante una hora, para revisar las embarcaciones.
Ese día llovió mucho, al atardecer vuelvo a mi departamento.
Jueves 19 de Marzo.
El pronóstico para el fin de semana (largo) era muy bueno.
Me contacto con el club y pido una autorizacion excepcional para que me permitan zarpar y dirigirme a las islas frente a Rosario, donde pasaría el fin de semana. Bajo esta condición, me autorizan.
Salgo a la calle a hacer una provista. Gente haciendo colas en los supermercados, algunos con barbijos, pero todos con cara de miedo y desconcierto. En simultáneo, chateaba con algunos amigos, organizando el cruce al terreno de ellos.
Yo proponía zarpar ese mismo día. Ellos preferían hacerlo al día siguiente, Viernes, en sus embarcaciones.
Ante la fea sensación que me generaba ver la gente haciendo compras desesperadamente y todo el clima caótico que se vivía, decido zarpar yo solo, a las 18hs, con alimentos no perecederos para unos 4 o 5 días, total, al día siguiente, mis amigos reforzarían la provista con carne y bebidas.
Navego a vela río abajo, y luego remonto a motor por un riacho. A las 21hs amarro en el terreno de mis amigos. Minutos después, el Presidente anuncia la cuarentena obligatoria, incluyendo la restricción de navegación. Mis amigos ya no podrán zarpar al día siguiente, como tampoco lo hubiese podido hacer yo.
Primeros días
Sabiendo que mis amigos no iban a poder venir, relevo los alimentos que tenía a bordo desde antes, junto con los que había comprado. La cuarentena duraría 11 días, por lo que debería administrarlos muy bien. Mi barco no cuenta con heladera, por lo tanto los alimentos que tenía eran todos no perecederos, más algunas frutas y verduras.
En una caminata por las islas, llego a un almacén que me habían comentado que podría comprar algo. Fui con la intención de conocer el lugar y ver qué vendían. No tenían mucho, por lo que compro un paquete de fideos, un puré de tomates, y una bolsita de hielo, por $108, como para justificar la caminata. Pago con $110 y la vendedora, que atendía junto a sus hijas de unos 7 u 8 años, se sorprenden cuando les digo que se queden con el vuelto. Evidentenmente, aquí el valor de la moneda difiere mucho al de la ciudad.
La gente aquí vive completamente ajena a la pandemia. Nadie usa barbijo, todos se saludan con la mano. Me siento contento de haber venido ese Jueves. Practicamente no leía noticias y me había salido de casi todos los grupos de Whataspp, donde lo único que se comentaba era cantidad de nuevos casos, muertos, y todo lo malo que estaba por venir.
Disfrutaba los días al aire libre, leyendo libros que tenía a bordo desde hace mucho, tocando la guitarra, haciendo mantenimiento en el barco, lavando ropa y bañándome en el río.
Improvisaba comidas con lo poco que tenía, de manera de no desperdiciar nada, pero a la vez comiendo bien y relativamente rico.
Lunes 23 de Marzo
Prefectura detiene a dos personas que se encontraban pasando la cuarentena en un lujoso yate, secuestrando también la embarcación, no muy lejos de donde estaba yo.
Para ese entonces, algunos familiares y amigos me habían recomendado que regrese. Hablé con una amiga que es jueza. Mi situación legal era incierta. Había zarpado antes de la cuarentena (tenía el rol que lo avalaba), pero no me encontraba en mi domicilio. Regresar implicaba navegar, cuando eso ya estaba prohibido, por lo que decido aferrarme a eso, y lo mencionaría en caso de que fuera necesario.
Donde me encontraba solía ver navegar a la lancha de la Policía de Entre Ríos, quienes saludaban al pasar. El vecino y cuidador del terreno donde me encontraba, sabía que yo era amigo de los dueños, y se ofreció a decir que yo también era uno de los dueños, en caso de ser necesario. Como el terreno aún no está escriturado, no había manera de demostrar lo contrario. Prefectura o la Policía de Entre Ríos no dudarían de la palabra de un isleño que vive allí con su familia, desde siempre. Sin embargo, la inquietud estaba latente, más aún con la repercusión en los medios que había tenido el caso del yate secuestrado.
Esa semana, trabajé Homeoffice, haciendo uso del grupo electrógeno que tienen mis amigos, para recargar la notebook. La tensión de la batería del barco venía bajando día a día, por lo que usar el inversor de 12V a 220V del barco no era una opción.
Como el trabajo era muy poco, intentaba resolverlo desde el celular, para evitar usar la notebook. Cuando prendía el grupo electrógeno, aprovechaba a cargar todos los dispositivos, así también como la batería del barco, lo cual implicaba llevarla hasta donde se encontraba el grupo.
Las instalaciones de ese terreno son mínimas: un piso elevado y techo, sin paredes, donde se encuentra el grupo, por lo que en caso de usarlo debía trasladar hasta allí la batería del barco, cargador de batería, zapatilla, cargadores varios, notebook, etc. Tarea que tampoco era fácil ya que por la bajante del río, desde el pulpito del barco accedía a una escalera vertical para subir al muelle, que estaba varios metros arriba del nivel del río.
31 de Marzo
Luego de 12 días racionando la comida y agua, cruzo a Rosario para abastercerme. Como mencioné, la vida en la isla era ajena a la pandemia, por lo que había conocido y compartido algunas charlas y mates con una persona que habitualmente reside en su cabaña, cerca de donde yo estaba, aunque no es un isleño autóctono. También estaba pasando la cuarentena en la isla.
Con su lancha, cruzamos a Rosario hasta la única guadería que se encontraba habilitada, la que usan los isleños para abastecerse o realizar trámites. Camino unas cuadras hasta un supermercado cercano y hago una buena provista. Lleno dos bidones de 6.5L de agua. El tanque de 60L del barco (el cual había llenado antes de zarpar) tenía aún buen nivel. Al atardecer ya estaba de vuelta en el barco.
En la compra, incluí picada, un vacío, hielo y Fernet, para darme un gustito esa noche, y variar de las arvejas, choclo, atún o fideos.
Por supuesto, en agradecimiento por el cruce, invité a cenar a mi nuevo amigo.
Al día siguiente, mi jefa me informa que estoy dentro del 90% de los empleados que quedan suspendidos, con una reducción del salario del 25%, hasta mitad de Mayo.
En cierta forma, para mí era una buena noticia. Esa reducción de salario iría acorde al menor gasto que estaba teniendo en esa vida a bordo. Por otro lado, me evitaba la resposabilidad de estar online 9 horas diarias, con las dificultades que me traía cargar la notebook, sólo para contestar uno o dos mails, ya que prácticamente no había trabajo.
6 de Abril - Día 18
La cuarentena se había extendido, y el río Paraná continuaba bajando. Días atrás había sondeado las profundidas del riacho donde me encontraba, y por la altura en que se encontraba el río ese día, debía salir de allí, o quedaría encerrado, sin posibilidad de llegar a un brazo de mayor profundidad.
Un amigo de mi club, me gestiona un lugar de amarre como cortesía en un predio en la isla de otro club de Rosario. Allí hay un muy buen muelle con profundidad de sobra, muy cerca de donde estaba, pero con la ventaja que ahí no tenía riesgo de quedar varado y/o encerrado, ya que de allí al río grande hay mucha agua.
La autorización para el uso de dicho muelle fue informal, ya que sino implicaba a ese club dar amarra de cortesía a un barco ajeno a la institución, durante la cuarentena. Por lo tanto, en caso de que se presentase Prefectura, tendría que hacerme responsable de estar allí sin una autorización.
Antes de tomar amarras, vi pasar un pescador, quien me vendió un sábalo por $100. Hacía rato que quería comer un pescado, pero no había podido dar con ningún pescador. Luego de amarrar el barco, un vino que tenía guardado para una ocasion especial, acompañó el sábalo a la pimienta y el festejo del nuevo lugar de amarre.
Habiéndose extendido la cuarentena, al día siguiente, cruzo a hacer una segunda provista, bajo la misma modalidad del cruce anterior, y por supuesto también compré un pedazo de carne para hacer a la parrilla y variar la dieta.
10 de Abril - Día 22
No soy aficionado de la pesca, pero a bordo tengo algunos señuelos que han traído amigos. Más por entretenimiento que por otra cosa, tiré uno. A los 10 minutos, sacaba un pez de un 1kg aproximadamente, no podía creer mi suerte. Un amigo entendido del tema, por whatsapp me explica como limpiarlo y cocinarlo. Era un Manduví, el cual hice frito.
13 de Abril - Día 25
El clima sin dudas me acompañó, ya que los días eran uno más lindo que el otro. Recién a los 25 días de mi estadía, me tocó un día lluvioso por lo que fue la ocasión ideal para usar una harina para chipás que tenía a bordo desde hacía tiempo. Muy sabrosos y abundantes para una persona, cumplieron la función de almuerzo/merienda.
Al día siguiente, nuevamente de pura suerte, saqué otro Manduví, también con señuelo. Esta vez, lo hice a la cacerola.
16 de Abril - Día 28
Estaba teniendo mucha dificultad con la batería del barco. Ya no contaba con el grupo electrógeno de mis amigos (había quedado en el terreno de ellos) y el panel de 10W del barco no daba a basto. Prendía el celular de a ratos, teniéndolo apagado gran parte del día, y reducía al mínimo cualquier consumo energético. Así y todo la batería no levantaba buena tensión, rondaba los 11.5V, o menos, por lo que decidido comprar un panel adicional, de 30W, considerando además que los días se acortaban.
Mediante cadetería, hago llevar el panel solar a la guadería donde luego un isleño me lo cruzaría.
Con el nuevo panel, ya podía darme lujos como volar el drone, usar un parlante bluetooth, radio FM, la GoPro, o mismo el celular, sin tener que estar preocupado por la recarga de esos equipos. Aproveché a hacer algunas buenas tomas aéreas de la zona con el drone, que sólo lo había volado unos minutos el segundo día de la cuarentena.
18 de Abril - Día 30
Sábado. Sol pleno, excelente temperatura. Qué mejor que prender un fuego y cocinar algo rico... Veo pasar la lancha de la Policía de Entre Ríos y les hago seña para preguntarles si saben de algún pescador. Sin dudarlo, me dicen que vaya hasta la comisaría (500 metros), que tenían algunos sábalos. Al llegar, un oficial me estaba esperando con el pescado envuelto en diario. No me aceptó que se lo pague.
Era un sábalo de buen tamaño, por lo que invité a almorzar a mi nuevo amigo.
En cierta forma estábamos rompiendo la cuarentena. Pero como dije, allí se vivía de otra manera. Ni siquiera la Policía usaba barbijo y hasta te saludaban estrechado la mano.
En ese almuerzo, me comenta que algunos propietarios de terrenos habían solicitado un certificado a la Policía, por lo que al día siguiente me acerco nuevamente a la comisaría. Allí me atiende quien me había ofrecido el sábalo el día anterior, el comisario de turno.
Con sinceridad le explico mi situación, que vivo en Rosario pero estoy en la zona desde antes que comience la cuarentena y que me interesaría contar con ese certificado, en caso de que me pare Prefectura en algún cruce para abastercerme.
Emprendí la caminata de regreso al barco, siendo legalmente un isleño después 31 días de estadía en la zona.
20 de Abril - Día 32
Ya entablada una amistad, y con la excusa de que la bajante del Paraná llegaba a niveles históricos, mi amigo y yo emprendemos una pequeña travesía en Kayak y SUP, remontando el riacho dónde estábamos hasta un brazo más importante. Varios tramos debimos hacerlos caminando ya que literlamente no había agua. Inmensos bancos de arena, lagunas completamente secas. Una imagen que tuvimos la suerte de ver y pocas veces se repetirá.
22 de Abril - Día 34
Si bien el clima seguía siendo espectacular, comenzaba a bajar la temperatura y los baños en el río se hacían cada vez más frescos. Decido comprar una ducha solar: es una bolsa de goma negra, que se llena con agua, y por acción del sol, levanta temperatura. Colgada del popel del barco, ahora me podía bañar con agua tibia (según cuantas horas la hubiera dejado al sol).
En este caso, realicé la compra online y la envié al domicilio de un amigo, que vive muy cerca de la guardería.
Mi amigo además se había ofrecido a hacerme una compra, ya que vive al lado del supermercado; y para él era una actividad más para entretenerse y salir de su departamento.
Un isleño me alcanzó las bolsas con los alimentos y la ducha solar.
26 al 28 de Abril
Después de muchos días lindos, tocaron varios nublados y ventosos e inclusive uno muy lluvioso, por lo que casi no salí de la cabina del barco por 48hs.
Algunos me preguntan como no me volvía loco encerrado en un espacio tan chico. Pero yo estaba a gusto. De hecho, mucho más a gusto que si estuviera en mi monoambiente, con calefacción, WiFi, heladera y delivery de comidas.
Durante esos días afilé mis cuchillos y navajas, improvisé ñoquis caseros, hice un guiso de lentejas, pero lo más relevante fue lo siguiente:
Una amiga me comenta que su hermano es estudiante de Periodismo, y tiene que hacer un trabajo sobre cómo la gente vive la cuarentena, y si me interesaba contar mi experiencia.
Así fue que esos días me entretuve filmándome mientras contestaba las preguntas que el estudiante me había pasado por whatsapp. Debido a la mala señal 3G (ni siquiera 4G) no había manera de realizar la entrevista en vivo. Le envié los videos con mis respuestas, filmados en distintos lugares del barco, y al día siguiente me comparte la edición final que había realizado. Para él, un trabajo aprobado. Para mí, un lindo recuerdo, que decidí compartir en Instagram.
29 de Abril
Luego de compartir la entrevista en Instagram, me contacta un amigo. Al día siguiente a las 10:30hs me harían una nota en una radio muy reconocida de Rosario.
Fue la primera vez que puse la alarma para despertarme, a las 9AM, a fin de estar bien despavilado. La noche anterior, dejé cargando el celular para tenerlo al 100% (siempre lo cargaba de día, cuando los paneles solares hacen efecto).
Estaba algo nervioso, no sólo por salir al aire en vivo sino también porque mi situación legal era incierta, aunque para mayor tranquilidad ya tenía el Certificado de Vecindad emitido por la Policía de Entre Ríos.
El programa es juvenil e informal. La nota fue como una charla entre amigos, la disfruté mucho.
4 De Mayo - Día 46
La suspensión laboral se había extendido un mes más, hasta mitad de Junio.
Ya tenía bastante resuelto tema provista y energía eléctrica, pero me tenía preocupado el tema gas. En el barco tengo 2 garrafas: una de 1 Kg, que estaba en uso desde hacía varios meses y a los pocos días de iniciar esta experiencia se había agotado.
Hacía más de 30 días que estaba usando la otra garrafa, de 2 Kg. Además de administrar con suma precaución el agua, alimentos, y energía eléctrica (desde que instalé el panel esto ya no era tan necesario), también lo hacía con el gas. Evitaba en lo posible usar el horno o hervir/calentar agua de más. Lo que más me preocupaba era que no sabía cuando me iba a quedar sin gas. Tampoco sabía cómo podría recargar las garrafas.
Había consultado con isleños, quienes habitualmente pasan con garrafas en sus canoas, ya que tienen gran consumo con las heladeras a gas, pero ellos solo cruzaban a la guadería donde un vendedor lleva las garrafas cargadas y les intercambia el envase. Esto aplica sólo para garrafas de 10 o 15Kg. No para las chicas como las mías.
Comprar una garrafa, aún en comodato, tenía un costo que no justificaba.
En Rosario, que yo sepa, hay pocos lugares que cargan estas garrafas chicas y lo hacen de un día para el otro. No se intercambian. Los que yo conocía, no estaban trabajando debido a la cuarentena.
En mi casa tenía una garrafa de 10Kg, recién cargada. Además, había podido dar con un pescador que a modo de changa me cruzaría cuando yo lo necesitara. Si bien podría pedirle a mí nuevo amigo que me cruce con su lancha, prefería tener más independencia sin tener que molestarlo.
Crucé con el isleño, Luis. Un amigo con permiso de circulación me esperaba en la Guardería. Las llaves de mi casa habían quedado dentro de mi auto. Y mi auto, estacionado en el club, desde el 19 de Marzo.
Ingresé al Club (para ese entonces permitían el ingreso de a una persona, para revisar las embarcaciones). El auto arrancó bien, tras 46 días sin uso. En mi casa también todo estaba ok después de 46 días sin ocupación.
Agarré la garrafa de 10Kg, algo de ropa, una frazada y otra bolsa de dormir. También bajé algunos capítulos de una serie y una película a la tablet. Dejé el auto en mi cochera, y mi amigo me llevó nuevamente a la Guardería.
A modo de comentario, a fin de Marzo cuando inicié esta experiencia aún era verano, y sólo había llevado ropa para 4 días, la cual por supuesto fui lavando. En cuanto a abrigo, siempre tengo en el barco una bolsa de dormir, frazada, y campera y pantalón de abrigo.
Ahora volvía con muda extra de ropa abrigada, y 10 Kg de gas que me permitirían usar el horno sin preocupación, a fin de cocinar y calefaccionar a la vez.
Además, llevaba algunos capítulos para ver en la tablet. Ya estaba mejor equipado.
5 y 6 de Mayo
Luego de la primer entrevista radial, y tuve otras 5 entrevistas. Tres fueron de radios muy importantes de Rosario, otra fue de una radio de Santa Fe y finalmente una de Nogoyá (ER). Ya era un experto dando notas, jaja!
9 de Mayo - Día 51
En algunas ocasiones había puesto en marcha el motor fuera de borda. Antes de tener el panel solar de 30W, con intención de recargar la batería, cosa que no daba mucho resultado, o bien sólo como rutina de mantenimiento del motor.
Desde hacía unos días estaba fallando. Toqueteé sin éxito (ni mucho conocimiento) el acelerador y avance, por lo que supuse que sería suciedad en el carburador. Decidí desarmarlo y limpiarlo, cosa que nunca había hecho. Tenía tiempo de sobra para descifrarlo. Muy orgulloso y confiado de mi trabajo, doy varios piolazos pero la falla seguía igual que antes.
Tenía a bordo bujías nuevas, y si bien no se veían mal las que estaban instaladas, luego de cambiarlas, el motor arrancó a la perfección.
Conclusión: antes de meter mano en el acelerador, avance o carburador, probar de cambiar las bujías. De todos modos, la limpieza no estuvo de más, y mucho menos el aprendizaje adquirido.
Ese mismo día, llegó nadando a la costa donde me encontraba una perrita negra, cachorra.
Buenita, cariñosa y algo miedosa, desde ese día, y salvo una única noche, durmió siempre en el barco (afuera, en el cockpit). Si bien hay varios perros por la zona, los isleños no la conocían, por lo que no se sabe de dónde vino. A cambio de algunas sobras que le daba o arroz que le cocinaba, ella me daba su compañía y protegía, algunas noches incluso por demás, ladrando por horas a alguna que otra nutria o bicho de la isla.
11 Mayo
Por primera vez veo pasar a Prefectura. Saludaron a la distancia y siguieron rumbo, ingresando a un riacho. Pocos minutos después volvían por donde vinieron.
12 de Mayo
Con mi amigo, ayudamos a dos oficiales de la Policía a bajar una lancha de ellos que había quedado en seco por la bajante. Debían ponerla en marcha ya que la lancha que habitualmente usan se había hundido (no sabían cómo ni por qué), pero la habían reflotado sin encontrar daño, más que en el motor. Entre todos lo hicimos en poco tiempo.
Al rato los oficiales llaman por teléfono a mi amigo, preguntando si los podíamos remolcar a Rosario: cuando ellos remolcaban la lancha hundida (y reflotada) con la lancha que habíamos ayudado a bajar, ésta se recalentó. Por lo tanto, ninguna de las dos lanchas funcionaba. Entre todo, nos llevo hora y media asistirlos y regresar ya de noche y con frío, pero sabiendo que les dimos una mano y pequeña retribución a sus servicios.
17 de Mayo - Noche 60
Luego que cayó el sol, me dediqué a sacar fotos del cielo, con la cámara en modo nocturno. Eran cerca de las 21 horas, ya estaba bien oscuro. Las luces de la cabina estaban apagadas. Yo me encontraba parado, apoyado en la escalera del barco, editando las fotos cuando la perra, sentada en el cockpit, comienza a ladrar desesperadamente. Intento calmarla, pero al darme vuelta veo dos linternas que se acercan, caminando por la costa. Me quedo mirando. A los pocos segundos veo que son 4 personas. A medida que se acercan, veo que traen escopetas. La perra seguía ladrando. Me quiero convencer a mí mismo que estarían cazando, hasta que uno le dice a otro: "por acá podemos bajar al muelle".
No había muchas opciones, los 4 hombres armados se dirigían al barco.
Me calmé cuando uno se anuncia como el Comisario y me llama por mí nombre. Era quien me había regalado el pescado y expendido el certificado.
Me comienza a hacer una serie de preguntas, y me dice si podemos hablar en privado dentro del barco. Prendo las luces, lo hago pasar. Los oficiales, armados, se quedan en el muelle, con la perra, que ya no ladraba, porque los conocía de sus paseos por la isla.
Yo no entendía qué pasaba, ni el motivo de su repentina aparición, de noche y armados.
La charla habrá durado 10 o 15 minutos. En muy buenos términos me hizo muchas preguntas, entre ellas si podría requisar el barco, cosa que contesté afirmativamente pero finalmente no fue necesario.
Luego que se fueron, no me quedaba claro el motivo de su visita inesperada. Trato de reconstruir la charla, nada fácil por los nervios o adrenalina. Después de conversar con mis amigos dueños del terreno donde estuve al principio, llegué a la conclusión que el comisario vino con intenciones de entender un poco más de mi situación. Seguramente, los habitantes de la zona estaban algo incómodos con mi presencia, desconfiados. Llevaba muchos días allí.
Quizás pensaban que yo era un narcotraficante o me estaba escondiendo de alguien, o algo por el estilo.
Habiendo explicando mi situación laboral y económica, sumado a que la bajante del río que me impedía retornar a mi club, el tema quedaba cerrado.
Cuando se fueron, caminando por la costa, la perra los siguió y no volvió en toda la noche.
Al otro día, me acerqué a la comisaría, saludé al comisario y la perra vino a mi encuentro alegremente, y luego volvió conmigo.
19 y 20 de Mayo
Luis el pescador, ya un amigo también para ese entonces, se acerca al atardecer y me regala una Boga, sin aceptar ni un peso a cambio.
Además, me recomienda comprar huevos a una señora que vive a pocos metros, en la costa de enfrente.
Al día siguiente, me acerco caminando, la señora cruza a remo y me vende una docena de huevos por $100. Huevos que no tienen comparación con los que se consiguen en la ciudad.
Ese día improviso de almuerzo unas fajitas de Boga, con las sobras del día anterior.
21 de Mayo
Día gris. Con los huevos caseros, vuelvo a hacer chipás. Esta vez, los comparto con la perra.
Además avanzo bastante con la lectura.
Durante la cuarentena leí:
Navegacion con mal tiempo - Adlard Coles
Los Hijos del Capitán Grant (Tomo I y II) - Julio Verne
Misión en Ultramar - Alexander Kent
Este último, estoy pronto a terminarlo. Son todos libros que me habían regalado hace tiempo (varios años algunos) y nunca había empezado. Online, conseguí usado el Tomo III del libro de Verne, para cuando termine el de Kent.
22 de Mayo
Día nublado y ventoso.
Si bien ya había implementado la opción de calentar agua en una olla para agregarla a la ducha solar, en días nublados, bañarse a la intemperie ya no era la mejor opción. Aún teniendo agua a muy buena temperatura, el chorrito que sale tiene muy poca presión, y con un poco de viento y nubes se siente bastante frío.
Improviso la ducha en el baño del barco. Para ello, cuelgo la bolsa del mástil, y paso la manguera a través de la ventilación en cubierta.
Sin dudas que el baño de un 24 pies es chico, pero sentado en el inodoro me puedo bañar muy a gusto, con agua caliente, sin sentir frío. Ya no dependo del buen clima ni horario. A cualquier hora caliento una olla y me puedo duchar.
Una esponja en la sentina del baño absorve la poca agua que se derrama, ya que la mayor parte cae en el inodoro.
1ro de Junio
Nunca había tenido problemas con el inodoro del barco, hasta entonces. Viviendo a bordo, tema no menor. En cuarentena, más aún, por lo complicado de conseguir respuestos y hacerlos llegar a la isla.
El inodoro es manual. Al bombear, sólo quitaba agua independientemente de la posición de la válvula, pero no vertía agua en la taza. Al menos provisoriamente, no era tan terrible ya que tirando un balde de agua podía solucionar el inconveniente.
Cierro la exclusa de entrada, bombeo, sin sentir que haga vacío, por lo que decido encarar la tarea de desarmar.
Al sacar los tornillos y retirar una pieza plástica con su junta (y válvula) siento olor a pescado podrido. Media mojarrita (o similar) cae al piso del baño. Había sido succionada a través de la exclusa y estaba trabando el mecanismo de la válvula. Volví a armar y todo ya funcionaba a la perfección.
3 de Junio - Día 77
En caso de que no se extienda la suspensión del trabajo, en 12 días debería retomar mis responsabilidades.
El río seguía bajo, así como la restricción de navegación.
Adicionalmente, el próximo fin de semana quedarían habilitadas las reuniones familiares y afectivas en Rosario, por lo que decido hacer un cruce a fin de empezar a volver a la rutina.
El barco queda a cargo de Luis, el pescador, quien me asegura que no pasará nada, ya que es una zona tranquila. Tampoco pretende dinero a cambio del cuidado.
Además, para mayor tranquilidad mía, dejo un viejo celular, conectado al cargador y apuntando a la escotilla, con una aplicación que cumple la función de cámara de monitoreo con sensor de movimiento (Alfred, gratuita y muy recomendable!).
Paso 4 días en Rosario. Visito a familiares y amigos. La perra se adapta muy bien a la vida de departamento, luego de que el veterinario la desparasite.
7 de Junio
Quizás sea la última semana sin tener que trabajar.
Preparo el bolso y algunas provisiones. Agarro un teclado bluetooth para conectar a la tablet y poder escribir este relato desde el barco.
Llamo a Luis para que me busque por la guardería.
Para el atardecer estábamos, la perra y yo, de regreso en el barco, encontrando todo en perfectas condiciones.
En el siguiente relato describo cómo fue mí experiencia durante la cuarentena a bordo de mi barco.
De más está decir que lo comparto con ustedes con la mejor de las intenciones. Entiendo que a más de uno, encerrado en su casa y lejos de su querido barco, pueda generarle sentimientos encontrados!
Tampoco espero que juzguen si mi actuar ante la pandemia fue correcto o no, más allá de lo legal.
Espero que lo disfruten, tanto como los relatos ya compartidos de mis travesías.
Lunes 16 de Marzo
Me encuentro trabajando bajo modalidad Homeoffice. La carga de trabajo es muy poca. En mi club, permiten salir a navegar, sólo con un acompañante.
Por la tarde salgo a navegar en solitario. Al regresar al club, con pronóstico de lluvia para el día siguiente, decido dormir en el barco.
A la mañana, mientras desayuno, amarrado en el club y trabajando Homeoffice, nos informan que ya no se puede navegar y solo permiten el ingreso durante una hora, para revisar las embarcaciones.
Ese día llovió mucho, al atardecer vuelvo a mi departamento.
Jueves 19 de Marzo.
El pronóstico para el fin de semana (largo) era muy bueno.
Me contacto con el club y pido una autorizacion excepcional para que me permitan zarpar y dirigirme a las islas frente a Rosario, donde pasaría el fin de semana. Bajo esta condición, me autorizan.
Salgo a la calle a hacer una provista. Gente haciendo colas en los supermercados, algunos con barbijos, pero todos con cara de miedo y desconcierto. En simultáneo, chateaba con algunos amigos, organizando el cruce al terreno de ellos.
Yo proponía zarpar ese mismo día. Ellos preferían hacerlo al día siguiente, Viernes, en sus embarcaciones.
Ante la fea sensación que me generaba ver la gente haciendo compras desesperadamente y todo el clima caótico que se vivía, decido zarpar yo solo, a las 18hs, con alimentos no perecederos para unos 4 o 5 días, total, al día siguiente, mis amigos reforzarían la provista con carne y bebidas.
Navego a vela río abajo, y luego remonto a motor por un riacho. A las 21hs amarro en el terreno de mis amigos. Minutos después, el Presidente anuncia la cuarentena obligatoria, incluyendo la restricción de navegación. Mis amigos ya no podrán zarpar al día siguiente, como tampoco lo hubiese podido hacer yo.
Primeros días
Sabiendo que mis amigos no iban a poder venir, relevo los alimentos que tenía a bordo desde antes, junto con los que había comprado. La cuarentena duraría 11 días, por lo que debería administrarlos muy bien. Mi barco no cuenta con heladera, por lo tanto los alimentos que tenía eran todos no perecederos, más algunas frutas y verduras.
En una caminata por las islas, llego a un almacén que me habían comentado que podría comprar algo. Fui con la intención de conocer el lugar y ver qué vendían. No tenían mucho, por lo que compro un paquete de fideos, un puré de tomates, y una bolsita de hielo, por $108, como para justificar la caminata. Pago con $110 y la vendedora, que atendía junto a sus hijas de unos 7 u 8 años, se sorprenden cuando les digo que se queden con el vuelto. Evidentenmente, aquí el valor de la moneda difiere mucho al de la ciudad.
La gente aquí vive completamente ajena a la pandemia. Nadie usa barbijo, todos se saludan con la mano. Me siento contento de haber venido ese Jueves. Practicamente no leía noticias y me había salido de casi todos los grupos de Whataspp, donde lo único que se comentaba era cantidad de nuevos casos, muertos, y todo lo malo que estaba por venir.
Disfrutaba los días al aire libre, leyendo libros que tenía a bordo desde hace mucho, tocando la guitarra, haciendo mantenimiento en el barco, lavando ropa y bañándome en el río.
Improvisaba comidas con lo poco que tenía, de manera de no desperdiciar nada, pero a la vez comiendo bien y relativamente rico.
Lunes 23 de Marzo
Prefectura detiene a dos personas que se encontraban pasando la cuarentena en un lujoso yate, secuestrando también la embarcación, no muy lejos de donde estaba yo.
Para ese entonces, algunos familiares y amigos me habían recomendado que regrese. Hablé con una amiga que es jueza. Mi situación legal era incierta. Había zarpado antes de la cuarentena (tenía el rol que lo avalaba), pero no me encontraba en mi domicilio. Regresar implicaba navegar, cuando eso ya estaba prohibido, por lo que decido aferrarme a eso, y lo mencionaría en caso de que fuera necesario.
Donde me encontraba solía ver navegar a la lancha de la Policía de Entre Ríos, quienes saludaban al pasar. El vecino y cuidador del terreno donde me encontraba, sabía que yo era amigo de los dueños, y se ofreció a decir que yo también era uno de los dueños, en caso de ser necesario. Como el terreno aún no está escriturado, no había manera de demostrar lo contrario. Prefectura o la Policía de Entre Ríos no dudarían de la palabra de un isleño que vive allí con su familia, desde siempre. Sin embargo, la inquietud estaba latente, más aún con la repercusión en los medios que había tenido el caso del yate secuestrado.
Esa semana, trabajé Homeoffice, haciendo uso del grupo electrógeno que tienen mis amigos, para recargar la notebook. La tensión de la batería del barco venía bajando día a día, por lo que usar el inversor de 12V a 220V del barco no era una opción.
Como el trabajo era muy poco, intentaba resolverlo desde el celular, para evitar usar la notebook. Cuando prendía el grupo electrógeno, aprovechaba a cargar todos los dispositivos, así también como la batería del barco, lo cual implicaba llevarla hasta donde se encontraba el grupo.
Las instalaciones de ese terreno son mínimas: un piso elevado y techo, sin paredes, donde se encuentra el grupo, por lo que en caso de usarlo debía trasladar hasta allí la batería del barco, cargador de batería, zapatilla, cargadores varios, notebook, etc. Tarea que tampoco era fácil ya que por la bajante del río, desde el pulpito del barco accedía a una escalera vertical para subir al muelle, que estaba varios metros arriba del nivel del río.
31 de Marzo
Luego de 12 días racionando la comida y agua, cruzo a Rosario para abastercerme. Como mencioné, la vida en la isla era ajena a la pandemia, por lo que había conocido y compartido algunas charlas y mates con una persona que habitualmente reside en su cabaña, cerca de donde yo estaba, aunque no es un isleño autóctono. También estaba pasando la cuarentena en la isla.
Con su lancha, cruzamos a Rosario hasta la única guadería que se encontraba habilitada, la que usan los isleños para abastecerse o realizar trámites. Camino unas cuadras hasta un supermercado cercano y hago una buena provista. Lleno dos bidones de 6.5L de agua. El tanque de 60L del barco (el cual había llenado antes de zarpar) tenía aún buen nivel. Al atardecer ya estaba de vuelta en el barco.
En la compra, incluí picada, un vacío, hielo y Fernet, para darme un gustito esa noche, y variar de las arvejas, choclo, atún o fideos.
Por supuesto, en agradecimiento por el cruce, invité a cenar a mi nuevo amigo.
Al día siguiente, mi jefa me informa que estoy dentro del 90% de los empleados que quedan suspendidos, con una reducción del salario del 25%, hasta mitad de Mayo.
En cierta forma, para mí era una buena noticia. Esa reducción de salario iría acorde al menor gasto que estaba teniendo en esa vida a bordo. Por otro lado, me evitaba la resposabilidad de estar online 9 horas diarias, con las dificultades que me traía cargar la notebook, sólo para contestar uno o dos mails, ya que prácticamente no había trabajo.
6 de Abril - Día 18
La cuarentena se había extendido, y el río Paraná continuaba bajando. Días atrás había sondeado las profundidas del riacho donde me encontraba, y por la altura en que se encontraba el río ese día, debía salir de allí, o quedaría encerrado, sin posibilidad de llegar a un brazo de mayor profundidad.
Un amigo de mi club, me gestiona un lugar de amarre como cortesía en un predio en la isla de otro club de Rosario. Allí hay un muy buen muelle con profundidad de sobra, muy cerca de donde estaba, pero con la ventaja que ahí no tenía riesgo de quedar varado y/o encerrado, ya que de allí al río grande hay mucha agua.
La autorización para el uso de dicho muelle fue informal, ya que sino implicaba a ese club dar amarra de cortesía a un barco ajeno a la institución, durante la cuarentena. Por lo tanto, en caso de que se presentase Prefectura, tendría que hacerme responsable de estar allí sin una autorización.
Antes de tomar amarras, vi pasar un pescador, quien me vendió un sábalo por $100. Hacía rato que quería comer un pescado, pero no había podido dar con ningún pescador. Luego de amarrar el barco, un vino que tenía guardado para una ocasion especial, acompañó el sábalo a la pimienta y el festejo del nuevo lugar de amarre.
Habiéndose extendido la cuarentena, al día siguiente, cruzo a hacer una segunda provista, bajo la misma modalidad del cruce anterior, y por supuesto también compré un pedazo de carne para hacer a la parrilla y variar la dieta.
10 de Abril - Día 22
No soy aficionado de la pesca, pero a bordo tengo algunos señuelos que han traído amigos. Más por entretenimiento que por otra cosa, tiré uno. A los 10 minutos, sacaba un pez de un 1kg aproximadamente, no podía creer mi suerte. Un amigo entendido del tema, por whatsapp me explica como limpiarlo y cocinarlo. Era un Manduví, el cual hice frito.
13 de Abril - Día 25
El clima sin dudas me acompañó, ya que los días eran uno más lindo que el otro. Recién a los 25 días de mi estadía, me tocó un día lluvioso por lo que fue la ocasión ideal para usar una harina para chipás que tenía a bordo desde hacía tiempo. Muy sabrosos y abundantes para una persona, cumplieron la función de almuerzo/merienda.
Al día siguiente, nuevamente de pura suerte, saqué otro Manduví, también con señuelo. Esta vez, lo hice a la cacerola.
16 de Abril - Día 28
Estaba teniendo mucha dificultad con la batería del barco. Ya no contaba con el grupo electrógeno de mis amigos (había quedado en el terreno de ellos) y el panel de 10W del barco no daba a basto. Prendía el celular de a ratos, teniéndolo apagado gran parte del día, y reducía al mínimo cualquier consumo energético. Así y todo la batería no levantaba buena tensión, rondaba los 11.5V, o menos, por lo que decidido comprar un panel adicional, de 30W, considerando además que los días se acortaban.
Mediante cadetería, hago llevar el panel solar a la guadería donde luego un isleño me lo cruzaría.
Con el nuevo panel, ya podía darme lujos como volar el drone, usar un parlante bluetooth, radio FM, la GoPro, o mismo el celular, sin tener que estar preocupado por la recarga de esos equipos. Aproveché a hacer algunas buenas tomas aéreas de la zona con el drone, que sólo lo había volado unos minutos el segundo día de la cuarentena.
18 de Abril - Día 30
Sábado. Sol pleno, excelente temperatura. Qué mejor que prender un fuego y cocinar algo rico... Veo pasar la lancha de la Policía de Entre Ríos y les hago seña para preguntarles si saben de algún pescador. Sin dudarlo, me dicen que vaya hasta la comisaría (500 metros), que tenían algunos sábalos. Al llegar, un oficial me estaba esperando con el pescado envuelto en diario. No me aceptó que se lo pague.
Era un sábalo de buen tamaño, por lo que invité a almorzar a mi nuevo amigo.
En cierta forma estábamos rompiendo la cuarentena. Pero como dije, allí se vivía de otra manera. Ni siquiera la Policía usaba barbijo y hasta te saludaban estrechado la mano.
En ese almuerzo, me comenta que algunos propietarios de terrenos habían solicitado un certificado a la Policía, por lo que al día siguiente me acerco nuevamente a la comisaría. Allí me atiende quien me había ofrecido el sábalo el día anterior, el comisario de turno.
Con sinceridad le explico mi situación, que vivo en Rosario pero estoy en la zona desde antes que comience la cuarentena y que me interesaría contar con ese certificado, en caso de que me pare Prefectura en algún cruce para abastercerme.
Emprendí la caminata de regreso al barco, siendo legalmente un isleño después 31 días de estadía en la zona.
20 de Abril - Día 32
Ya entablada una amistad, y con la excusa de que la bajante del Paraná llegaba a niveles históricos, mi amigo y yo emprendemos una pequeña travesía en Kayak y SUP, remontando el riacho dónde estábamos hasta un brazo más importante. Varios tramos debimos hacerlos caminando ya que literlamente no había agua. Inmensos bancos de arena, lagunas completamente secas. Una imagen que tuvimos la suerte de ver y pocas veces se repetirá.
22 de Abril - Día 34
Si bien el clima seguía siendo espectacular, comenzaba a bajar la temperatura y los baños en el río se hacían cada vez más frescos. Decido comprar una ducha solar: es una bolsa de goma negra, que se llena con agua, y por acción del sol, levanta temperatura. Colgada del popel del barco, ahora me podía bañar con agua tibia (según cuantas horas la hubiera dejado al sol).
En este caso, realicé la compra online y la envié al domicilio de un amigo, que vive muy cerca de la guardería.
Mi amigo además se había ofrecido a hacerme una compra, ya que vive al lado del supermercado; y para él era una actividad más para entretenerse y salir de su departamento.
Un isleño me alcanzó las bolsas con los alimentos y la ducha solar.
26 al 28 de Abril
Después de muchos días lindos, tocaron varios nublados y ventosos e inclusive uno muy lluvioso, por lo que casi no salí de la cabina del barco por 48hs.
Algunos me preguntan como no me volvía loco encerrado en un espacio tan chico. Pero yo estaba a gusto. De hecho, mucho más a gusto que si estuviera en mi monoambiente, con calefacción, WiFi, heladera y delivery de comidas.
Durante esos días afilé mis cuchillos y navajas, improvisé ñoquis caseros, hice un guiso de lentejas, pero lo más relevante fue lo siguiente:
Una amiga me comenta que su hermano es estudiante de Periodismo, y tiene que hacer un trabajo sobre cómo la gente vive la cuarentena, y si me interesaba contar mi experiencia.
Así fue que esos días me entretuve filmándome mientras contestaba las preguntas que el estudiante me había pasado por whatsapp. Debido a la mala señal 3G (ni siquiera 4G) no había manera de realizar la entrevista en vivo. Le envié los videos con mis respuestas, filmados en distintos lugares del barco, y al día siguiente me comparte la edición final que había realizado. Para él, un trabajo aprobado. Para mí, un lindo recuerdo, que decidí compartir en Instagram.
29 de Abril
Luego de compartir la entrevista en Instagram, me contacta un amigo. Al día siguiente a las 10:30hs me harían una nota en una radio muy reconocida de Rosario.
Fue la primera vez que puse la alarma para despertarme, a las 9AM, a fin de estar bien despavilado. La noche anterior, dejé cargando el celular para tenerlo al 100% (siempre lo cargaba de día, cuando los paneles solares hacen efecto).
Estaba algo nervioso, no sólo por salir al aire en vivo sino también porque mi situación legal era incierta, aunque para mayor tranquilidad ya tenía el Certificado de Vecindad emitido por la Policía de Entre Ríos.
El programa es juvenil e informal. La nota fue como una charla entre amigos, la disfruté mucho.
4 De Mayo - Día 46
La suspensión laboral se había extendido un mes más, hasta mitad de Junio.
Ya tenía bastante resuelto tema provista y energía eléctrica, pero me tenía preocupado el tema gas. En el barco tengo 2 garrafas: una de 1 Kg, que estaba en uso desde hacía varios meses y a los pocos días de iniciar esta experiencia se había agotado.
Hacía más de 30 días que estaba usando la otra garrafa, de 2 Kg. Además de administrar con suma precaución el agua, alimentos, y energía eléctrica (desde que instalé el panel esto ya no era tan necesario), también lo hacía con el gas. Evitaba en lo posible usar el horno o hervir/calentar agua de más. Lo que más me preocupaba era que no sabía cuando me iba a quedar sin gas. Tampoco sabía cómo podría recargar las garrafas.
Había consultado con isleños, quienes habitualmente pasan con garrafas en sus canoas, ya que tienen gran consumo con las heladeras a gas, pero ellos solo cruzaban a la guadería donde un vendedor lleva las garrafas cargadas y les intercambia el envase. Esto aplica sólo para garrafas de 10 o 15Kg. No para las chicas como las mías.
Comprar una garrafa, aún en comodato, tenía un costo que no justificaba.
En Rosario, que yo sepa, hay pocos lugares que cargan estas garrafas chicas y lo hacen de un día para el otro. No se intercambian. Los que yo conocía, no estaban trabajando debido a la cuarentena.
En mi casa tenía una garrafa de 10Kg, recién cargada. Además, había podido dar con un pescador que a modo de changa me cruzaría cuando yo lo necesitara. Si bien podría pedirle a mí nuevo amigo que me cruce con su lancha, prefería tener más independencia sin tener que molestarlo.
Crucé con el isleño, Luis. Un amigo con permiso de circulación me esperaba en la Guardería. Las llaves de mi casa habían quedado dentro de mi auto. Y mi auto, estacionado en el club, desde el 19 de Marzo.
Ingresé al Club (para ese entonces permitían el ingreso de a una persona, para revisar las embarcaciones). El auto arrancó bien, tras 46 días sin uso. En mi casa también todo estaba ok después de 46 días sin ocupación.
Agarré la garrafa de 10Kg, algo de ropa, una frazada y otra bolsa de dormir. También bajé algunos capítulos de una serie y una película a la tablet. Dejé el auto en mi cochera, y mi amigo me llevó nuevamente a la Guardería.
A modo de comentario, a fin de Marzo cuando inicié esta experiencia aún era verano, y sólo había llevado ropa para 4 días, la cual por supuesto fui lavando. En cuanto a abrigo, siempre tengo en el barco una bolsa de dormir, frazada, y campera y pantalón de abrigo.
Ahora volvía con muda extra de ropa abrigada, y 10 Kg de gas que me permitirían usar el horno sin preocupación, a fin de cocinar y calefaccionar a la vez.
Además, llevaba algunos capítulos para ver en la tablet. Ya estaba mejor equipado.
5 y 6 de Mayo
Luego de la primer entrevista radial, y tuve otras 5 entrevistas. Tres fueron de radios muy importantes de Rosario, otra fue de una radio de Santa Fe y finalmente una de Nogoyá (ER). Ya era un experto dando notas, jaja!
9 de Mayo - Día 51
En algunas ocasiones había puesto en marcha el motor fuera de borda. Antes de tener el panel solar de 30W, con intención de recargar la batería, cosa que no daba mucho resultado, o bien sólo como rutina de mantenimiento del motor.
Desde hacía unos días estaba fallando. Toqueteé sin éxito (ni mucho conocimiento) el acelerador y avance, por lo que supuse que sería suciedad en el carburador. Decidí desarmarlo y limpiarlo, cosa que nunca había hecho. Tenía tiempo de sobra para descifrarlo. Muy orgulloso y confiado de mi trabajo, doy varios piolazos pero la falla seguía igual que antes.
Tenía a bordo bujías nuevas, y si bien no se veían mal las que estaban instaladas, luego de cambiarlas, el motor arrancó a la perfección.
Conclusión: antes de meter mano en el acelerador, avance o carburador, probar de cambiar las bujías. De todos modos, la limpieza no estuvo de más, y mucho menos el aprendizaje adquirido.
Ese mismo día, llegó nadando a la costa donde me encontraba una perrita negra, cachorra.
Buenita, cariñosa y algo miedosa, desde ese día, y salvo una única noche, durmió siempre en el barco (afuera, en el cockpit). Si bien hay varios perros por la zona, los isleños no la conocían, por lo que no se sabe de dónde vino. A cambio de algunas sobras que le daba o arroz que le cocinaba, ella me daba su compañía y protegía, algunas noches incluso por demás, ladrando por horas a alguna que otra nutria o bicho de la isla.
11 Mayo
Por primera vez veo pasar a Prefectura. Saludaron a la distancia y siguieron rumbo, ingresando a un riacho. Pocos minutos después volvían por donde vinieron.
12 de Mayo
Con mi amigo, ayudamos a dos oficiales de la Policía a bajar una lancha de ellos que había quedado en seco por la bajante. Debían ponerla en marcha ya que la lancha que habitualmente usan se había hundido (no sabían cómo ni por qué), pero la habían reflotado sin encontrar daño, más que en el motor. Entre todos lo hicimos en poco tiempo.
Al rato los oficiales llaman por teléfono a mi amigo, preguntando si los podíamos remolcar a Rosario: cuando ellos remolcaban la lancha hundida (y reflotada) con la lancha que habíamos ayudado a bajar, ésta se recalentó. Por lo tanto, ninguna de las dos lanchas funcionaba. Entre todo, nos llevo hora y media asistirlos y regresar ya de noche y con frío, pero sabiendo que les dimos una mano y pequeña retribución a sus servicios.
17 de Mayo - Noche 60
Luego que cayó el sol, me dediqué a sacar fotos del cielo, con la cámara en modo nocturno. Eran cerca de las 21 horas, ya estaba bien oscuro. Las luces de la cabina estaban apagadas. Yo me encontraba parado, apoyado en la escalera del barco, editando las fotos cuando la perra, sentada en el cockpit, comienza a ladrar desesperadamente. Intento calmarla, pero al darme vuelta veo dos linternas que se acercan, caminando por la costa. Me quedo mirando. A los pocos segundos veo que son 4 personas. A medida que se acercan, veo que traen escopetas. La perra seguía ladrando. Me quiero convencer a mí mismo que estarían cazando, hasta que uno le dice a otro: "por acá podemos bajar al muelle".
No había muchas opciones, los 4 hombres armados se dirigían al barco.
Me calmé cuando uno se anuncia como el Comisario y me llama por mí nombre. Era quien me había regalado el pescado y expendido el certificado.
Me comienza a hacer una serie de preguntas, y me dice si podemos hablar en privado dentro del barco. Prendo las luces, lo hago pasar. Los oficiales, armados, se quedan en el muelle, con la perra, que ya no ladraba, porque los conocía de sus paseos por la isla.
Yo no entendía qué pasaba, ni el motivo de su repentina aparición, de noche y armados.
La charla habrá durado 10 o 15 minutos. En muy buenos términos me hizo muchas preguntas, entre ellas si podría requisar el barco, cosa que contesté afirmativamente pero finalmente no fue necesario.
Luego que se fueron, no me quedaba claro el motivo de su visita inesperada. Trato de reconstruir la charla, nada fácil por los nervios o adrenalina. Después de conversar con mis amigos dueños del terreno donde estuve al principio, llegué a la conclusión que el comisario vino con intenciones de entender un poco más de mi situación. Seguramente, los habitantes de la zona estaban algo incómodos con mi presencia, desconfiados. Llevaba muchos días allí.
Quizás pensaban que yo era un narcotraficante o me estaba escondiendo de alguien, o algo por el estilo.
Habiendo explicando mi situación laboral y económica, sumado a que la bajante del río que me impedía retornar a mi club, el tema quedaba cerrado.
Cuando se fueron, caminando por la costa, la perra los siguió y no volvió en toda la noche.
Al otro día, me acerqué a la comisaría, saludé al comisario y la perra vino a mi encuentro alegremente, y luego volvió conmigo.
19 y 20 de Mayo
Luis el pescador, ya un amigo también para ese entonces, se acerca al atardecer y me regala una Boga, sin aceptar ni un peso a cambio.
Además, me recomienda comprar huevos a una señora que vive a pocos metros, en la costa de enfrente.
Al día siguiente, me acerco caminando, la señora cruza a remo y me vende una docena de huevos por $100. Huevos que no tienen comparación con los que se consiguen en la ciudad.
Ese día improviso de almuerzo unas fajitas de Boga, con las sobras del día anterior.
21 de Mayo
Día gris. Con los huevos caseros, vuelvo a hacer chipás. Esta vez, los comparto con la perra.
Además avanzo bastante con la lectura.
Durante la cuarentena leí:
Navegacion con mal tiempo - Adlard Coles
Los Hijos del Capitán Grant (Tomo I y II) - Julio Verne
Misión en Ultramar - Alexander Kent
Este último, estoy pronto a terminarlo. Son todos libros que me habían regalado hace tiempo (varios años algunos) y nunca había empezado. Online, conseguí usado el Tomo III del libro de Verne, para cuando termine el de Kent.
22 de Mayo
Día nublado y ventoso.
Si bien ya había implementado la opción de calentar agua en una olla para agregarla a la ducha solar, en días nublados, bañarse a la intemperie ya no era la mejor opción. Aún teniendo agua a muy buena temperatura, el chorrito que sale tiene muy poca presión, y con un poco de viento y nubes se siente bastante frío.
Improviso la ducha en el baño del barco. Para ello, cuelgo la bolsa del mástil, y paso la manguera a través de la ventilación en cubierta.
Sin dudas que el baño de un 24 pies es chico, pero sentado en el inodoro me puedo bañar muy a gusto, con agua caliente, sin sentir frío. Ya no dependo del buen clima ni horario. A cualquier hora caliento una olla y me puedo duchar.
Una esponja en la sentina del baño absorve la poca agua que se derrama, ya que la mayor parte cae en el inodoro.
1ro de Junio
Nunca había tenido problemas con el inodoro del barco, hasta entonces. Viviendo a bordo, tema no menor. En cuarentena, más aún, por lo complicado de conseguir respuestos y hacerlos llegar a la isla.
El inodoro es manual. Al bombear, sólo quitaba agua independientemente de la posición de la válvula, pero no vertía agua en la taza. Al menos provisoriamente, no era tan terrible ya que tirando un balde de agua podía solucionar el inconveniente.
Cierro la exclusa de entrada, bombeo, sin sentir que haga vacío, por lo que decido encarar la tarea de desarmar.
Al sacar los tornillos y retirar una pieza plástica con su junta (y válvula) siento olor a pescado podrido. Media mojarrita (o similar) cae al piso del baño. Había sido succionada a través de la exclusa y estaba trabando el mecanismo de la válvula. Volví a armar y todo ya funcionaba a la perfección.
3 de Junio - Día 77
En caso de que no se extienda la suspensión del trabajo, en 12 días debería retomar mis responsabilidades.
El río seguía bajo, así como la restricción de navegación.
Adicionalmente, el próximo fin de semana quedarían habilitadas las reuniones familiares y afectivas en Rosario, por lo que decido hacer un cruce a fin de empezar a volver a la rutina.
El barco queda a cargo de Luis, el pescador, quien me asegura que no pasará nada, ya que es una zona tranquila. Tampoco pretende dinero a cambio del cuidado.
Además, para mayor tranquilidad mía, dejo un viejo celular, conectado al cargador y apuntando a la escotilla, con una aplicación que cumple la función de cámara de monitoreo con sensor de movimiento (Alfred, gratuita y muy recomendable!).
Paso 4 días en Rosario. Visito a familiares y amigos. La perra se adapta muy bien a la vida de departamento, luego de que el veterinario la desparasite.
7 de Junio
Quizás sea la última semana sin tener que trabajar.
Preparo el bolso y algunas provisiones. Agarro un teclado bluetooth para conectar a la tablet y poder escribir este relato desde el barco.
Llamo a Luis para que me busque por la guardería.
Para el atardecer estábamos, la perra y yo, de regreso en el barco, encontrando todo en perfectas condiciones.
- Mariano Grumete
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- Registrado: Lun Jul 30, 2018 11:49 am
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Muy lindo relato. Excelente experiencia. Te felicito.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
A pesar de que vivo en el sur sin sufrir tan rigida cuarentena.............envidia sana a lo tuyo!!!!
Felicitaciones!!hermosa experiencia y relato
Sergio
Felicitaciones!!hermosa experiencia y relato
Sergio
- René Sauzet
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- Registrado: Vie Jul 20, 2018 11:34 am
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
FELICITACIONES gastonls, muy linda vivencia y excelente y claro relato. Hasta ahora, además de la calidez (amor) que se nota tenes por tu barco veo que también lo estás compartiendo con tu nueva compañía perruna.
Sería interesante poder ver las fotos, videos y tomas que hiciste, hay algún link para ello ???
Cordiales saludos.
Sería interesante poder ver las fotos, videos y tomas que hiciste, hay algún link para ello ???
Cordiales saludos.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Adhiero a la solicitud de René Interesante experiencia. Te salió bien. Aquí en Bs.As. Te hubiera costado un proceso judicial y tal vez ... prefectura se hubiera hecho cargo del barco. Llevándoselo a no sé dónde....???? Se nota que la prefectura por esos lugares tiene un comportamiento más pueblerino ....Ah .... la próxima.... elegí una perrita que sepa caminar en dos patas..... hoy en día. Abundan.... con él hambre qué hay......
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Hermosa experiencia, gastonls, gracias por compartirla.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Que hermosa experiencia!! que suerte de no tener que trabajar presencialmente.
- FinisTerra
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Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Excelente para proponer a los que quieren ir a ver como esta su barquito.
Que vayan y se queden.
Que vayan y se queden.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Gastonis muy admirable lo tuyo de escribir tanto con tanto detalle donde no había mucho para decir... pero mas admirable aun fueron los que lo pudieron leer enteramente sin dormirse sobre el teclado.
Slds.
Caligula.
Slds.
Caligula.
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- Registrado: Vie Jul 20, 2018 3:24 pm
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Muy bueno, te envidio. Saludos
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Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Iy bueno el relato, gracias por conpartirlo, esperamos ansiosos las tomas aereas.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Que buen relato!! Muy bueno.
Me hizo acordar hace unos años. Con un amigo bajamos en una balsa de rafting desde Bariloche, por el río Limay y los embalses hasta Neuquén. Terminamos bajando el río negro hasta el balneario el Cóndor.
Estuvimos en el río un mes, y acampabamos en las márgenes de río en campos privados. Una noche nos sorprendieron 4 gauchos a caballo con rifles y escopetas que estaban cazando vizcachas y se acercaron pensando que éramos cuatreros, muy común en la zona. Nos pegamos un cagazo de la puta madre... Terminamos compartiendo un vino y un salamin que teníamos, contando la historia del viaje. En algún momento hare un post de la historia si les interesa.
Saludos!
Me hizo acordar hace unos años. Con un amigo bajamos en una balsa de rafting desde Bariloche, por el río Limay y los embalses hasta Neuquén. Terminamos bajando el río negro hasta el balneario el Cóndor.
Estuvimos en el río un mes, y acampabamos en las márgenes de río en campos privados. Una noche nos sorprendieron 4 gauchos a caballo con rifles y escopetas que estaban cazando vizcachas y se acercaron pensando que éramos cuatreros, muy común en la zona. Nos pegamos un cagazo de la puta madre... Terminamos compartiendo un vino y un salamin que teníamos, contando la historia del viaje. En algún momento hare un post de la historia si les interesa.
Saludos!
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
veo que disfrutaste mucho y que bien que te salio todo!!!!!, felicitaciones!!!!!, ,excelente experiencia!!!!
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- Mensajes: 261
- Registrado: Lun Jul 30, 2018 10:58 am
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Te convertiste en un isleño mas, no es tan complicado.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Linda la historia de adoptar un perro así!,
Que nombre le pusiste?
Que nombre le pusiste?
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Excelente aventura gastonls! Y muy bueno el dato de Alfred!
Abz,
8 en 1
Abz,
8 en 1
Saludos,
8 en 1
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Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Y pasanos tu Instagram a si vemos las fotos, videos, reportajes, etc, etc
Abz
Abz
Saludos,
8 en 1
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Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Gracias, me alegro que les haya gustado. Si bien quedó algo largo, quedaron muchas cosas también pendientes de contar, en tantos días.
Aún no realicé una edición de los videos o fotos, como para compartirles, pero para los que usen la red instagram, está todo lo que fui subiendo dentro de las Historias Destacadas: Cuarentena.
También está subido en el perfil la entrevista filmada.
Mí cuenta es gastonlopezsimoes
Saludos
Aún no realicé una edición de los videos o fotos, como para compartirles, pero para los que usen la red instagram, está todo lo que fui subiendo dentro de las Historias Destacadas: Cuarentena.
También está subido en el perfil la entrevista filmada.
Mí cuenta es gastonlopezsimoes
Saludos
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Muy bueno el relato!! Al final la cuarentena resultó unas lindas y extensas vacaciones!!
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Un canto a la versatilidad Náutica, hermoso, gracias por compartirlo
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- Mensajes: 545
- Registrado: Lun Jul 23, 2018 1:44 pm
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
hola gaston, me alegro que el colibrí sea tan flexible, la ultima vez que lo vi fue en punta del este y ahora de isleño jeje.
yo pasé las primeras 5 semanas a bordo de mi barco, pero en la comodidad del club, muy distinto a lo tuyo.
abrazo y seguí escribiendo!
yo pasé las primeras 5 semanas a bordo de mi barco, pero en la comodidad del club, muy distinto a lo tuyo.
abrazo y seguí escribiendo!
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Como le explico a la bruja que me agarró la cuarentena en la isla y que no puedo volver ????
Larry
- René Sauzet
- Mensajes: 894
- Registrado: Vie Jul 20, 2018 11:34 am
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Me extraño tu comentario. Aunque no lo expresas claramente le sacás mérito al mensaje. No pretenderás que el amigo sea un literato !!! Creo que simplemente narró sus vivencias en los días que estuvo a bordo y de una manera simple y clara, sin agregarle detalles como para "embellecer" el relato.
Seguramente lo leíste después de cenar con un buen vino y degustando un whiscacho....!!! De allí tu apreciación....!!!
No desanimes a la gente que se inicia en este "metier", "hobby", "deporte", etc.etc. ...es muy feo....!!!
Creo que tanto a mi, como a otros, como veo en los posteos subsiguientes al tuyo, son varios a los que les ha gustado el relato y no creo que se hayan dormido sobre el teclado, ya que algunos puntos del mismo tuvieron cierto suspenso...
Cordiales saludos.
Un abrazo.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Muy bueno el relato.
Gracias por compartirlo.
Nada largo ni aburrido a mi criterio. Si habia más lo leia gustoso.
o
Gracias por compartirlo.
Nada largo ni aburrido a mi criterio. Si habia más lo leia gustoso.
o
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
"
Seguramente lo leíste después de cenar con un buen vino y degustando un whiscacho....!!! De allí tu apreciación....!!!
No desanimes a la gente que se inicia en este "metier", "hobby", "deporte", etc.etc. ...es muy feo....!!!
Creo que tanto a mi, como a otros, como veo en los posteos subsiguientes al tuyo, son varios a los que les ha gustado el relato y no creo que se hayan dormido sobre el teclado, ya que algunos puntos del mismo tuvieron cierto suspenso..."
Me extraño tu comentario. Aunque no lo expresas claramente le sacás mérito al mensaje. No pretenderás que el amigo sea un literato !!! Creo que simplemente narró sus vivencias en los días que estuvo a bordo y de una manera simple y clara, sin agregarle detalles como para "embellecer" el relato.
Seguramente lo leíste después de cenar con un buen vino y degustando un whiscacho....!!! De allí tu apreciación....!!!
No desanimes a la gente que se inicia en este "metier", "hobby", "deporte", etc.etc. ...es muy feo....!!!
Creo que tanto a mi, como a otros, como veo en los posteos subsiguientes al tuyo, son varios a los que les ha gustado el relato y no creo que se hayan dormido sobre el teclado, ya que algunos puntos del mismo tuvieron cierto suspenso..."
Totalmente de acuerdo
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Excelente relato y que experiencia, gracias por compartir, un abrazo Raúl
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Ahora ya está permitida la navegación deportiva en Santa Fe.
Me muero de envidia.
Me muero de envidia.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Estimados Rumor y Rene, me siento libre de opinar lo que creo y siento. Y justamente eso es lo que da valor a mis opiniones, que nunca van a ser por cumplido o expresando algo falso. Ese es el valor de mi palabra. Y lo que escribió Gastonis sinceramente me pareció un bodrio, y lo dije. Y estoy seguro que él mismo lo supo entender como una opinión mas y listo... no es para rasgarse las vestiduras.
Mi respeto hacia uds lo demuestro siendo sincero.
Caligula.
Mi respeto hacia uds lo demuestro siendo sincero.
Caligula.
Re: Relato: Cuarentena a Bordo - 77 Días en un Velero Colibrí 24
Interesante vivencia... sacaste patente de isleño forzado... Es verdad la isla es otro mundo...
Por otro lado tanto en el relato como en algunos comentarios. Se evidencia algunas situaciones absurdas de esta cuarentena... en este caso.
impugnar que se pueda vivir a bordo de un barco completamente aislado. Tal vez deba ser asi... no lo se.. pero no deja de hacerme ruido.
Es como esas frases que plantean lo absurdo por ejemplo "Todo lo que esta parado se pinta"
Por otro lado tanto en el relato como en algunos comentarios. Se evidencia algunas situaciones absurdas de esta cuarentena... en este caso.
impugnar que se pueda vivir a bordo de un barco completamente aislado. Tal vez deba ser asi... no lo se.. pero no deja de hacerme ruido.
Es como esas frases que plantean lo absurdo por ejemplo "Todo lo que esta parado se pinta"