Mi más profundo respeto, admiración y deseos de buen arribo.
Publicado: Mar Feb 11, 2020 12:06 pm
Lamentablemente solo lo conozco como cliente de la velería. Y encima las velas son muy buenas y uno va poco. La situación es recurrente, llego abro el portón de la calle y miro por el vidrio de la puerta interior y está sentado en su pequeño escritorio mirando un papel o anotando algo. Cada vez que paso por la velería tengo la remota esperanza de que me cuente algo o me de alguna recomendación y siempre parto con el mismo pensamiento, lástima que no me charló un poco más.
Siempre es amable, sonriente y distante, certero y conciso.
Las velas del Tarkaan las midió y colocó uno de sus hijos y en esos momentos me contó algunas historias de su padre, que siempre me parecieron rodeadas de un halo de romanticismo.
Pero esta vez algo cambió, llegamos a la velería en las diez de última para repasar la mayor después de decidir navegar todo el verano y tratar de hacer todo el este Uruguayo.
Por teléfono me dijo, “si llega en diez minutos, me la deja y está para el martes”. Estábamos en el barco, nos miramos y dijimos “la sacamos y salimos!”. Las más de veinte cuadras que separan el Boating Club de la velería se me hicieron eternas. Fuimos con la mayor enroscada, con los battens puestos dentro de camioneta, y la entramos con mi novia de 25, 25 años convivencia, como un matambre gigante (la vela), pero bueno, llegamos, me abre la puerta y me saluda, bajamos la vela, y lo cruzo con la frase, “No sabe la alegría que me dá, pensé que iba a tardar más la reparación”. “Se va de crucero…” me dice, “Si, es que este año casi me muero y después de 90 días de médicos estudios, reposo, suero, hierro por vena y mil medicamentos, decidí mandar todo al carajo y salir de crucero”.
El comentario le activó algo y empezó a contarme que un amigo del club tras un situación simple, el devenir de médicos y hospitales le termina contagiando un enfermedad intrahospitalaria que lo dejó medio año fuera de combate y que lo mejor era estar lo más lejos posible de los médicos y hospitales, como quien gana barlovento en una tormenta y dedicarse a hacer lo que a uno le da placer.
Con Diana, no podíamos creer lo que escuchábamos y la manera en que nos lo contaba, nos despedimos y nos seguía diciendo lo mismo, con un gesto que le iluminaba la cara, “Vaya, navegue, y pásela bien. Ah, el martes venga directamente, que la vela va a estar lista.”
Volvimos al club a cerrar el barco y seguimos pensando en lo que nos dijo, el cuento nos pega fuerte, yo estaba realmente asustado por lo de los meses anteriores y los dos muy estresados por los siete años sin vacaciones y enloquecidos, armando un proyecto agropecuario que nos costó un par de Beneteau 45 o un Lagoon 450, 275.000 km de viajes en rutas, dos trompos en ripios mojados, una caída a la zanja al costado del camino, mucho pero mucho trabajo físico que hicimos con dedicación y cariño, muchos días lejos de nuestros hijos, padres, amigos, barco, seis años sin ir a Colonia y mucho pero mucho estrés. Por la simple decisión de que era mejor que nuestros hijos nos vieran producir que especular.
Nunca me consideré un tipo serio y mucho menos importante, pero con algo de perspectiva que iba ganando, me veía como un caso serio y un boludo importante.
El barco está ahí, flotando quieto, casi contenido, el plotter marca 6000 millas navegadas de puro y absoluto placer, pero nos debemos algo más, nos conocemos bien, desde la laminada a la botada todos los días juntos en el astillero. Ocho meses sabáticos de recuerdos imborrables y un aprendizaje inolvidable.
“Te das cuenta Diana, este tipo tiene razón, después de todo cada vez que pateamos el tablero y nos animamos a mandar todo al carajo y cambiar siempre salió algo bueno”.
Cerramos el barco y volvemos a casa, me siento en el escritorio y empiezo a escribir una lista,
Cuando yo tomo papel y lápiz, Diana tiene dos certezas, que la cosa va en serio y que voy a gastar dinero, si se puede bastante. No sé por qué nunca puedo confeccionar lista económicas.
Armo una lista de tareas y compras pendientes y le asigno prioridades.
Y no puedo dejar de pensar que bueno que llevé la vela, pero en el fondo el pensamiento es que bueno que este tipo me dijo lo que me dijo. Perdón por el atrevimiento pero ¡GRACIAS TOTO!
Estamos lanzados …
Hoy trabajando en la computadora, en un impase por Bs As, se me abre un pop up y aparece una nota de del diario La Nación.
A los 80 años convoca a sus hijos para correr la regata Buenos Aires-Rio de Janeiro en su barco de madera Cangrejo quizás por última vez. Miro la foto y no lo puedo creer, es el, en treinta segundos un montón de sensaciones pasan por mi cuerpo, admiración, emoción, respeto, asombro y hasta algún pucherito.
Un titán de 80 años.
Mi más profundo respeto, admiración y deseos de buen arribo.
Gustavo Rodríguez
Velero Tarkaan
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/la ... nid2331989
https://buenosairesrio.org.ar/2020/02/0 ... -de-fotos/
http://posicionadores.yca.org.ar/
Siempre es amable, sonriente y distante, certero y conciso.
Las velas del Tarkaan las midió y colocó uno de sus hijos y en esos momentos me contó algunas historias de su padre, que siempre me parecieron rodeadas de un halo de romanticismo.
Pero esta vez algo cambió, llegamos a la velería en las diez de última para repasar la mayor después de decidir navegar todo el verano y tratar de hacer todo el este Uruguayo.
Por teléfono me dijo, “si llega en diez minutos, me la deja y está para el martes”. Estábamos en el barco, nos miramos y dijimos “la sacamos y salimos!”. Las más de veinte cuadras que separan el Boating Club de la velería se me hicieron eternas. Fuimos con la mayor enroscada, con los battens puestos dentro de camioneta, y la entramos con mi novia de 25, 25 años convivencia, como un matambre gigante (la vela), pero bueno, llegamos, me abre la puerta y me saluda, bajamos la vela, y lo cruzo con la frase, “No sabe la alegría que me dá, pensé que iba a tardar más la reparación”. “Se va de crucero…” me dice, “Si, es que este año casi me muero y después de 90 días de médicos estudios, reposo, suero, hierro por vena y mil medicamentos, decidí mandar todo al carajo y salir de crucero”.
El comentario le activó algo y empezó a contarme que un amigo del club tras un situación simple, el devenir de médicos y hospitales le termina contagiando un enfermedad intrahospitalaria que lo dejó medio año fuera de combate y que lo mejor era estar lo más lejos posible de los médicos y hospitales, como quien gana barlovento en una tormenta y dedicarse a hacer lo que a uno le da placer.
Con Diana, no podíamos creer lo que escuchábamos y la manera en que nos lo contaba, nos despedimos y nos seguía diciendo lo mismo, con un gesto que le iluminaba la cara, “Vaya, navegue, y pásela bien. Ah, el martes venga directamente, que la vela va a estar lista.”
Volvimos al club a cerrar el barco y seguimos pensando en lo que nos dijo, el cuento nos pega fuerte, yo estaba realmente asustado por lo de los meses anteriores y los dos muy estresados por los siete años sin vacaciones y enloquecidos, armando un proyecto agropecuario que nos costó un par de Beneteau 45 o un Lagoon 450, 275.000 km de viajes en rutas, dos trompos en ripios mojados, una caída a la zanja al costado del camino, mucho pero mucho trabajo físico que hicimos con dedicación y cariño, muchos días lejos de nuestros hijos, padres, amigos, barco, seis años sin ir a Colonia y mucho pero mucho estrés. Por la simple decisión de que era mejor que nuestros hijos nos vieran producir que especular.
Nunca me consideré un tipo serio y mucho menos importante, pero con algo de perspectiva que iba ganando, me veía como un caso serio y un boludo importante.
El barco está ahí, flotando quieto, casi contenido, el plotter marca 6000 millas navegadas de puro y absoluto placer, pero nos debemos algo más, nos conocemos bien, desde la laminada a la botada todos los días juntos en el astillero. Ocho meses sabáticos de recuerdos imborrables y un aprendizaje inolvidable.
“Te das cuenta Diana, este tipo tiene razón, después de todo cada vez que pateamos el tablero y nos animamos a mandar todo al carajo y cambiar siempre salió algo bueno”.
Cerramos el barco y volvemos a casa, me siento en el escritorio y empiezo a escribir una lista,
Cuando yo tomo papel y lápiz, Diana tiene dos certezas, que la cosa va en serio y que voy a gastar dinero, si se puede bastante. No sé por qué nunca puedo confeccionar lista económicas.
Armo una lista de tareas y compras pendientes y le asigno prioridades.
Y no puedo dejar de pensar que bueno que llevé la vela, pero en el fondo el pensamiento es que bueno que este tipo me dijo lo que me dijo. Perdón por el atrevimiento pero ¡GRACIAS TOTO!
Estamos lanzados …
Hoy trabajando en la computadora, en un impase por Bs As, se me abre un pop up y aparece una nota de del diario La Nación.
A los 80 años convoca a sus hijos para correr la regata Buenos Aires-Rio de Janeiro en su barco de madera Cangrejo quizás por última vez. Miro la foto y no lo puedo creer, es el, en treinta segundos un montón de sensaciones pasan por mi cuerpo, admiración, emoción, respeto, asombro y hasta algún pucherito.
Un titán de 80 años.
Mi más profundo respeto, admiración y deseos de buen arribo.
Gustavo Rodríguez
Velero Tarkaan
https://www.lanacion.com.ar/sociedad/la ... nid2331989
https://buenosairesrio.org.ar/2020/02/0 ... -de-fotos/
http://posicionadores.yca.org.ar/